Rafa Pino.
Cayó la noche y el flamenco se hizo presente. Un halo de emociones y vivencias anduvo herrante, como sin dueño, entre el transcurrir de un pasado reciente y un presente antepasado.
Unos quejios dan pie a un poema y una voz a tempera un llanto, como perdido en la noche, como buscando un descanso, entre sones por cantiñas, la soleá pide paso.
Esta pasada noche, el flamenco y la familia Malena han sido artífices de un espectáculo muy recomendable, donde la voz de Luis Malena reino sobre una brisa rebelde que hacía peligrar un homenaje a todas luces necesario.
La poetisa, escritora y rapsoda, Paca Torres; ha estado sublime, recitando con la voz y las manos, como una bailaora sumergida entre palabras y sones por bulerias. Gritando a los cuatro vientos la grandeza del Malena. Ese mismo que tiñó de cante y arte las fachadas de Lebrija.
Luis ha pintado un cuadro de colores vivos donde la soleá ha brillado de rojo pasión, las cantiñas de azul como el mar de Caí, la mariana de un verde esperanza y la seguirilla de un negro luto.
Luis ha sido un más que digno interlocutor e intérprete de los cantes que su padre acuñó y defendió por los escenarios de medio mundo.
Acariciando la melodia de una guitarra, Currito Malena hijo, una técnica exquisita, un despliegue en el escenario que atesoran su enorme calidad, musicalidad en las manos, y el toque gitano único.
Paqui Reyes, licenciada en flamencologia, ha contribuido con una elegancia especial. Ha sido la maestra de ceremonias perfecta para una velada exquisita, donde el recuerdo y la memoria a CURRO MALENA ha estado presente en todo momento.
Hemos sido testigos de un homenaje para la historia reciente del flamenco. La peña cultural flamenca CURRO MALENA con su directiva a la cabeza, da las gracias a la familia Malena, por su entrega y dedicación en el recuerdo póstumo hacia una leyenda del flamenco como CURRO MALENA.