Aguilar ha celebrado con diversos actos el Día Mundial del Turismo, organizados por la concejalía análoga, y que se han prolongado durante toda la semana. Así, el pasado domingo se celebró con tal motivo la tercera edición de “Vidarte” en el recinto del Castillo, un evento que agotó en pocas horas sus entradas y cosechó un éxito rotundo. Por otro lado, el 27 de septiembre, en que se celebra el Día Internacional del Turismo, la Torre del Reloj aparecía iluminada en verde para conmemorar esta importante efeméride y conmemorar que Aguilar de la Frontera es un pueblo con un maravilloso patrimonio histórico, cultural, natural y gastronómico.
Y ha sido en la jornada de hoy domingo, 1 de octubre, cuando se han clausurado estas actividades con una ruta por tres cortijos emblemáticos de nuestro termino municipal, en la que han participado 165 personas que han llenado los tres autobuses disponibles. Un evento que ha despertado tal interés que la demanda de plazas habría llenado varios autobuses más, pero los lugares a visitar impedían incrementar el número de personas participantes.
La ruta partió de la Avenida Miguel Cosano a las 9,30 horas, y la primera parada fue en el cortijo de Los Llanos de Luna, donde, además del desayuno molinero ofrecido por la organización, los asistentes pudieron conocer cómo funcionaban los cortijos de olivar a través de la magistral ponencia expuesta por el Catedrático de Geografía Humana, don José Naranjo Ramírez.
Con el recorrido por las dependencias que conforman el cortijo concluyó esta visita, que se repitió en otras dos grandes cortijadas como son la de Vista Hermosa y la hacienda de Samacón, sin duda el cortijo más emblemático de nuestra zona. De esta forma, los participantes han podido conocer, tanto los elementos constructivos que caracterizan a estos edificios como la utilidad que tenían y el uso que de ellos hacían tanto los que se asentaban en ellos durante todo el año, como los temporeros que los habitaban durante las largas campañas de recogida de la aceituna.
Cortijos en los que, al igual que otras construcciones de la época, se advierte claramente el rango social que disfrutaban quienes paraban en los señoríos en contraposición a las carencias habitacionales que brindaban los aposentos donde moraban los jornaleros. Lecciones de vida inherentes a lugares de trabajo cargados de historia y leyendas.