Autor: Pablo Pérez Espino
AREMEHISA
Juan Manuel Prieto Martín nació el día 25 de julio del año 1904 en la localidad de Aguilar de la Frontera, sita al suroeste de la provincia de Córdoba, en pleno corazón de la Campiña Sur, donde cinco años más tarde, en 1909, lo haría también su hermano Antonio, el segundo de los cuatro hijos del matrimonio formado por Ignacio Prieto Fernández y Josefa Martín García.
Juan vino al mundo en la propia vivienda familiar, ubicada en el número 41 de la calle Calvario, calzada de acogida de uno de los focos de asentamiento jornalero y obrero en el municipio desde las primeras décadas del siglo XIX y cuya nomenclatura habría de prologar, como si de una esotérica y macabra marca premonitoria se tratase, el sangriento y lastimoso devenir que, apenas tres décadas más tarde y como consecuencia de la insurrección militar de julio de 1936 y la posterior dictadura franquista, se apoderaría de la vida de ambos hermanos y de la de incontables ciudadanos españoles, andaluces y cordobeses que quedarían sepultados bajo el imperdonable peso de un vergonzoso y amnésico abandono cuyo letargo ha sido perpetuado durante decenios.
Juan Manuel Prieto Martín vería florecer el germen de su niñez por las calles de su pueblo natal, donde extendería su latir en convivencia con sus abuelos, Juan Prieto Reyes e Inés Fernández, por línea paterna, y Francisco Martín Mediavilla y Teresa García Fernández por la materna, sus padres y sus tres hermanos, Carmen, Manuel y Antonio Prieto Martín, con quien compartiría, trágica e irremediablemente, el último aliento de una vida soterrada a golpe de fusil por la acción totalitaria e intolerante que conminó a sus familias y a muchas otras en toda España, a la crudeza de un tiempo indeseable amordazado bajo la sombra del exterminio de toda una conciencia ideológica y social subyacente al fascismo.
Alcanzada la edad adulta, y a diferencia de su hermano Manuel, cabrero de oficio, casado y conocido en Aguilar bajo el apodo de ‘Calerito’, y su hermana Carmen, tanto Juan como Antonio crecieron profesionalmente vinculados a la órbita automovilística, el primero como mecánico y el segundo como chófer, oficio que desempeñaron ya en la capital, en Córdoba, ciudad a la que se trasladaron y en la que se aposentaron con carácter independiente. Contrajo matrimonio con Paula Fernández Manibardo, natural de Torrejoncillos (Cáceres), y el matrimonio estableció su lugar de residencia en el número 25 de la calle de Enmedio, en una vivienda que permanecería vinculada a la familia Prieto Fernández, como mínimo, hasta mediados del mes de septiembre de 1936. Con posterioridad, existe constancia documental de que, en 1945, años después del asesinato de su marido, su viuda, Paula Fernández Manibardo, abandonaría el citado inmueble para trasladarse a otro situado en la calle Sebastián de Belalcazar s/n.
Apenas un año después de la instauración de la Segunda República y durante el gobierno del Partido Republicano Radical, encabezado en la alcaldía por Francisco de la Cruz Ceballos tras la renuncia del primer alcalde republicano, Eloy Vaquero, la prensa local de la época, en concreto el Diario de Córdoba, recogió, como consecuencia de los sangrientos altercados acontecidos en la capital a raíz del ejercicio de un acto de manifestación, el primero de mayo, la muerte de dos ciudadanos y la detención de, entre otros, Antonio Prieto Martín y su compañero Luis Pulido Ariza, natural también de Aguilar de la Frontera y fusilado en el Cementerio de San Rafael de Córdoba el día 21 de septiembre de 1936.
Córdoba acababa de ser testigo del precedente que daría paso al aciago e infausto final al que el bando sublevado, encabezada por Ciriaco Cascajo en la provincia de Córdoba, condenaría a los hermanos Prieto Martín tan solo cuatro años más tarde.
Su detención definitiva por parte de las mal llamadas “fuerzas de orden público” tuvo lugar el día 8 de septiembre del año 1936 en la electromecánica de Córdoba, dos meses después del golpe de Estado militar. Juan Manuel Prieto Martín y Antonio Prieto Martín fueron fusilados el día 9 de septiembre de 1936 en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud de Córdoba, junto a cuatro hombres más, a los 32 y 27 años de edad, respectivamente. En la mentada fecha, Juan Manuel era padre de dos hijos menores de edad, Josefa Prieto Fernández y Manuel Prieto Fernández, que quedaron huérfanos a cargo de su madre.
El 10 de enero del año 2019, tras más de ochenta años de vergonzoso abandono institucional a las familias de más once mil personas inocentes asesinadas a lo largo y ancho de la provincia de Córdoba, dio comienzo en el cementerio de la Salud la intervención para la investigación de las fosas y la exhumación de las personas represaliadas tras los acontecimientos represivos desatados a raíz del golpe militar de julio de 1936.
El día 22 de enero, se realizó con éxito, entre las 12 y las 13h, la exhumación de la primera persona represaliada en la ciudad de Córdoba como consecuencia de la acción franquista. Así lo confirmaban, las claras evidencias criminales en forma de balística y los episodios de violencia derivados de disparos por arma de fuego en un esqueleto masculino compatible, por el contexto y las características antropológicas, con el de Juan Manuel Prieto Martín, de 32 años de edad, ese mismo día también serían exhumados los presuntos restos de su hermano Antonio Prieto Martin en dos sepulturas perfectamente documentadas del cuadro de San Ramón en el cementerio de la Salud.
Desde hace más de dos años y medio AREMEHISA espera autorización administrativa de la administración competente para que la alquimia del adn de un nieto de Juan Manuel nos devolverá la memoria de la tierra. Ver menos