Las Acacias que se plantaron en la Cuesta de Jesús, a principios del siglo XX, habían alcanzado ya un tamaño y volumen considerable cuando se capturó esta instantánea del popular enclave urbano unas décadas después. Sus voluminosos troncos y frondosas ramas constituían un elemento distintivo de este lugar, ocultando en parte la visión que de la monumental Parroquia del Soterraño se tiene desde la Placilla Vieja, pero a la vez, confiriendo al espacio, con su verdor renacido cada primavera, un encanto especial que ha quedado perenne en la memoria de los chiquillos que acudían a diario a las “Escuela de la Cuesta”.
En esta bonita panorámica, se observa, a la derecha, la blanca fachada del viejo edificio del Pósito Municipal, que, desde finales del siglo XIX, acogió las escuelas públicas durante las siguientes décadas, aunque vería como el olvido habría de dejarlo al margen de los trascendentales cambios sociales y educacionales que habrían de producirse en la segunda mitad de la centuria.
A pesar de todo, durante algunos años más prosiguieron las actividades docentes y aumentó el número de alumnos, hasta su clausura como centro docente que se produjo en los años setenta.