
La Parroquia del Soterraño ha acogido esta tarde los actos que han conmemorado el 190 Aniversario de la muerte de la heroína, Ana María de Soto y Alhama, la primera mujer que se enroló como infante de Marina tras hacerse pasar por hombre a finales del siglo XVIII.
Se ha iniciado el recuerdo de la célebre aguilarense con una misa de réquiem oficiada por el capitán capellán de la Brigada “Guzmán el Bueno” X del Cerro Moriano y de la comandancia de la Guardia Civil de Córdoba, don Luis Sánchez Chamorro. A la misma han asistido numerosos invitados, entre ellos, la alcaldesa, Carmen Flores, y la concejala de Cultura, Paqui Herrador.
Concluida la ceremonia religiosa, el investigador Antonio Hierro Prieto ha disertado en una interesante ponencia sobre la vida y logros de Ana María Soto y Alhama, en la que ha presentado una cronología de su vida resaltando los datos biográficos relacionados con su alistamiento en el ejército y su participación en diversas hostilidades bélicas.
Por último, se ha procedido a la colocación de una estela histórica, realizada por Ricardo Llamas León, en la capilla del baptisterio, donde fue bautizada este célebre personaje histórico el mismo día de su nacimiento, que fue el 16 de agosto de 1755.
Datos Biográficos.
Fue fruto del matrimonio formado entre el montillano Tomás de Soto Salas y la aguilareña Mencía Gertrudis de Alhama García, que acabó sus días como estanquera en Montilla, gracias a la concesión de una licencia concedida por Carlos IV.
Ana María de Soto decidió travestirse de varón para cumplir su sueño: alistarse en la Infantería de Marina. De hecho, la valerosa joven consiguió ocultar su verdadera identidad desde 1793 a 1798, conviviendo en un sollado de apenas 600 metros cuadrados junto a unos 300 hombres.
Bajo la identidad falsa de Antonio María de Soto, la militar cordobesa se alistó en la sexta compañía del undécimo batallón de Infantería de Marina y se embarcó en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes que, en el momento de su hundimiento, el 5 de octubre de 1804, dirigía el insigne marino montillano Diego de Alvear y Ponce de León.
Además de formar parte de las tripulaciones de otras embarcaciones, Ana María de Soto participó en los ataques a la comuna francesa de Banyuls-sur-Mer, en la defensa de Rosas, en el Alto Ampurdán catalán, y en la batalla del Cabo de San Vicente, que se desarrolló el 14 de febrero de 1797 frente a la costa portuguesa del Algarve y que supuso la derrota española contra los ingleses.
Tras descubrirse que, en realidad, se trataba de una mujer, se le expidió licencia de retiro en 1798 con el grado y sueldo de sargento primero, concedido por el rey Carlos IV, así como dos reales diarios de pensión. En 1799 se le otorgó licencia de estanco en Montilla, establecimiento que los historiadores ubican en la Plaza del Peso –actual Plazuela de la Inmaculada– o unos metros más abajo, en la antigua Plaza del Sotollón –que hoy corresponde a la confluencia de las calles Santa Ana, Enfermería, San Francisco Solano y Ballén–. De este negocio disfrutó interrumpidamente hasta su muerte, acaecida el 5 de diciembre de 1833, a la edad de 58 años.