
La luna llena, entre bambalinas, se asoma a la plaza ochavada en el alborear del nuevo día; y en la lejanía resuenan los versos del poeta de Granada.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.