Coincidiendo con su festividad en el 2 de febrero, esta noche se ha celebrado la procesión de la Virgen de la Candelaria, titular de la ermita del Barrio Bajo, que ha recorrido varias calles de la feligresía de su templo.
Acompañada por los devotos y vecinos, la vetusta imagen mariana ha cumplido así con una tradición que arranca a mediados del siglo XVI, y que, al igual que la ermita que la cobija, ha pasado por diversos avatares a lo largo del tiempo, pero se ha mantenido hasta nuestros días.
Asistir a la procesión de la Virgen de la Candelaria es una oportunidad también para conocer el viejo edificio que la cobija, cuya construcción se data en 1540, y posee una singular portada manierista fachada en 1585. Entre 1730 y 1734 se efectuaron unas obras de reedificación de la ermita, siendo restaurada en 1976.
De estilo mudéjar, posee una sola nave con cuatro retablos de yeso parietales y se conecta a la capilla mayor cuadrada por medio de un arco triunfal de medio punto apoyado en dos columnas adosadas. Destaca el retablo principal del presbiterio, de gran interés, y el camarín, trabajos atribuidos a Juan Bartolomé Belmonte (1776-1781).
Aunque lo más interesante radica en su techumbre, pues el cuerpo de iglesia se cubre con una armadura de par y nudillo con cinco tirantes de madera con labor de lazo. Sendos trabajos fueron realizados por Miguel Granados y Alonso Ramiro (1575), si bien fueron reformados a finales del siglo XVIII.