
En el corazón de nuestro pueblo, resonaba un eco nostálgico, el suspiro apagado del tren de pasajeros que alguna vez fue el latido vital de nuestras vidas. Durante décadas, el tren fue más que un simple medio de transporte; fue el vínculo que tejía nuestras historias, el lazo que unía a los vecinos y el testigo de innumerables travesías llenas de emociones y encuentros.
Sin embargo, hace casi once años, ese eco se desvaneció cuando el servicio de tren de pasajeros fue suprimido, se detuvo abruptamente, llevándose consigo no solo la comodidad de desplazarse, sino también muchas oportunidades. El tren era una puerta que conectaba otras localidades y ciudades. Era la senda que guiaba a los jóvenes hacia la educación, a los enfermos hacia la atención médica y a los aventureros hacia nuevos destinos. El tren no era solo un medio de transporte, era un lazo que unía los corazones de los pueblos. Ahora, las estaciones desiertas son testigos mudos de lo que alguna vez fue un flujo constante de actividad y comercio.
Hoy, los pueblos y los colectivos se movilizan, exigiendo el regreso de un servicio que va más allá de simples rieles y locomotoras. Una llamada, un anhelo colectivo para recuperar la esencia de una comarca, de unos pueblos y de unos vecinos que merecen más.
La infraestructura está ahí, lista y operativa, esperando pacientemente el regreso de los trenes que fueron injustamente retirados. Los vecinos de nuestro pueblo, al igual que los de las grandes ciudades, pagan sus impuestos y no merecen ser tratados como ciudadanos de segunda categoría. Es una llamada a la igualdad, a la justicia y a la equidad en el acceso a servicios fundamentales.
Recuperar el tren es más que una cuestión de voluntad política; es un compromiso con el bienestar de la ciudadanía, con el respeto al medio ambiente y con la visión de un futuro más sostenible. La rentabilidad del tren no solo debe medirse en cifras económicas, sino en el beneficio social que aporta a la calidad de vida de las personas.
Es el momento de alzar la voz, de unirnos como comunidad y exigir la vuelta de un servicio que nunca debió ser arrebatado. No solo queremos trenes, queremos sueños en movimiento, queremos que nuestras estaciones se llenen del bullicio alegre de los viajeros.
Recuperemos el tren, recuperemos esa parte de nuestra identidad y demos un paso firme hacia un futuro donde una movilidad más sostenible una nuestros pueblos. La estación aguarda, los sueños esperan, y la voluntad de un pueblo clama por el regreso del tren que siempre debió permanecer en nuestra historia.
Manuel Olmo