
El fotógrafo y artista plástico, Rafael Ríos Jiménez (Rafa Ríos Jiménez), es el autor del cartel SEMANA SANTA 2024 que edita la Asociación de Jóvenes Cofrades de Aguilar de la Frontera y que se presentó en la noche de ayer viernes en el local que tiene abierto esta asociación durante la Cuaresma.
Técnicamente, estamos ante una imagen digital procesada de la trasera de un paso de palioaguilarense en el interior del templo mayor de la ciudad, interviniéndose por completo el
caudal informativo de la misma con la incorporación de una serie de elementos ajenos al soporte que vienen a desembocar en la técnica del collage contemporáneo. Con ello, se
pretende estimular una visión crítica en torno a la temática principal y provocar la correspondiente respuesta emocional por parte del receptor.
Así, con la idea de aportar frescura a la cartelería cofrade local y partiendo de la conocida frase
de Josep Renau («un cartel es un grito en la pared»), el mensaje principal que pretende emitir
reside es la libertad personal a la hora de vivir/sentir nuestra Semana Santa lejos de banalizaciones, juicios mediáticos e imposiciones desatinadas, principalmente. Para ello, este
reclamo de comunicación visual encierra tres grandes reflexiones en torno a tamaña manifestación religiosa y cultural ensambladas por medio de una impronta estética tan particular; éstas son:
1.- El valor de la niñez. Para despojarnos de todo prejuicio, hemos de viajar hasta el origen de
nuestra esencia. Ésta, sin duda, se halla en la inocencia, naturalidad y espontaneidad de la
infancia. ¿Quién no recuerda cuando en el colegio nos entregaban la silueta de un cristo, una
virgen o un nazareno y, con total libertad, lo pintarrajeaba de su/s color/es preferido/s? Eso es lo que significa el golpe cromático central realizado con diversos acrílicos sobre el manto,
porque es ahí donde radica la verdad del ser –por cierto, en esta parte se inserta un grueso
trazo negro, a modo de «geolocalizador», evocando parte del paisaje aguilarense con su bello cielo azul en forma de toca de sobremanto–. Es decir, aquellos garabatos y colores de nuestra edad preescolar es donde nuestros sentimientos más puros afloraban con alegría y fuerza, y plasmaban nuestra auténtica personalidad, sin confrontaciones ni envidias entre semejantes. Sin pretenderlo, aquella muestra de ingenuidad atesoraba una auténtica defensa de lo nuestro, donde cada cual profesaba libre y voluntariamente su particular fe, sin sobresalir una imagen más que otra. Por eso, aparecen elementos del paso de palio silueteados en negro y sin relleno, para que el destinario de la obra pueda colorear a su antojo.
2.- La tradición. Es uno de los componentes más sobresalientes de esta fiesta. No sólo hablamos desde el contexto de la fe y espiritualidad, sino de componente más humano: costumbres, ritos, tradiciones, reencuentros entre fogones, reencuentros familiares y, cómo no, de las prácticas propias de la artesanía más doméstica y cercana que envuelve al mundo cofrade. ¿Quiénes mejor nos pueden inculcar el valor de lo auténtico sino nuestras abuelas? He aquí este humilde tributo a todas ellas, «cirineas» de nuestros calvarios familiares, «rezadoras» con aguja de ganchillo en ristre para tejar y zurcir historias eternas. En esta ocasión, los hilos de lana en la parte inferior actúan de cordón umbilical entre las siluetas humanas como símbolo de vínculo perenne ellas y que, por supuesto, procesionan cada año en forma de recuerdos en estos altares móviles.
3.- Impacto y consecuencias de las redes sociales. Por último, este cartel no podía eludir el espíritu crítico inherente a la juventud y debía contener una especie de «aviso a navegantes». Gracias al acceso universal e inmediato a las fuentes de información, parece que este privilegio nos otorga licencia para ser doctos especialistas en cualquier tema y criticar a destajo, sin piedad. Ya no es necesario gozar de formación intelectual y/o académica porque tenemos «licencia para crucificar» mediante las redes sociales a toda persona, hecho o cosa que veamos en nuestro muro. Por desgracia, jugamos a una falsa moral y a un postureo masivo que, sin duda, mancha y aparta la realidad de lo que debemos vivir estos días. Cualquier red social parece endiosarnos respecto a lo humano y lo divino –por eso mismo, los iconos de las principales aplicaciones quedan por encima de la corona– cuando, en verdad,
nos estamos ahogando en lo impersonal, vivimos en un ataque constante de ansiedad, inmersos en un «yoísmo» sin precedentes y nuestra sociedad es como «una colección de corazones rotos» (Yatra dixit).
Visto en: https://www.facebook.com/asjocoa.aguilardelafrontera?locale=es