Hablo andalú, cateto tú.

Vaya con mi amigo Francisco Navarro López, (conejo), que calladito se lo tenía. Pues, él sabía quién era don Rodrigo de Varo y Antequera, y no nos había avisado a los catetos del pueblo. Vaya por dios hombre. Y encima lo ha publicado en los periódicos sin informarnos. ¡Tendrá mala idea este individuo¡ .Resulta que dice ahora que le han hecho un monumento a uno que tuvo la ocurrencia de hacer un gran Hospital en Aguilar en el siglo XVII, para que los pobres del pueblo tuvieran acceso a la medicina de entonces…, y lo dotó, a través de una Obra Pía, de una cuantiosa hacienda para que, con la renta anual que producía esas tierras, se mantuviese al médico, cirujano, sangrador y enfermero que atendían el hospital.

Y la filantropía del tal Don Rodrigo, lo llevó a construir otro hospital en la Cuestezuela, para acoger a los pobres transeúntes que llegaban o pasaban por el pueblo, “el Hospitalito” le decían; y creó en las dependencias del Hospital de la Caridad una escuela de Gramática gratuita para los muchachos sin recursos, dotándola con maestro y sueldo suficiente. Y no tuvo bastante con esto, que estableció en el mismo edificio hospitalario un colegio con 24 educandos, con un rector a la cabeza.

Y ya, desatado en su magnanimidad, en los años que dominaban el hambre y la escasez, convirtió su propia vivienda en lugar de acogida diaria para niños, viudas y mendigos, a los que daba de comer, y socorría con Compasión cristiana. Y el fulano fue a más, y se le ocurrió construir un convento de monjas carmelitas, que, pasado el tiempo, es uno de los monumentos religiosos más importantes de la localidad y la provincia.

Y yo, en mi desconocimiento de las entrañas de la historia, de la que tanto dice saber mi amigo Francisco, voy y aplaudo la iniciativa que ha tenido el Ayuntamiento de colocar en la plazuela donde se levantó el convento, hace justo 350 años, una escultura en bronce del malvado alguacil don Rodrigo de Varo. Y no paro de mirarlo y remirarlo y no veo nada más que la imagen de un aguilarense que hizo mucho por los pobres de su tiempo, y por eso me parece asombrosa su trayectoria humana y su humanizada presencia en un contexto histórico muy diferente al actual.

Y tuvo este preclaro aguilarense la ocurrencia de aceptar como herencia de su suegro, dice mi amigo Francisco Navarro, el cargo de alguacil del Santo Oficio, que parece que era una cosa muy mala, que no lo sé, pero digo yo, ¿algún pecadillo tendría que tener el hombre, no?, porque si no hubiese sido un santo, y por ahora no lo han subido a los altares, que sigue enterrado en esa magnífica iglesia que nos legó al pueblo para gloria de las generaciones venideras.  

!Ay¡ amigo “conejo”…, no me lo esperaba de ti. Y es que este mundo está lleno de ofendiditos constantes, cualquier mota de polvo es suficiente para desatar una hecatombe, un torrencial de desmedidas críticas. ¿Qué no?, si has llamado a tus paisanos catetos…, te has pasado tres pueblos…. ¿Qué sí, que tú eres un docto en la materia, historiador por más señas y profesor de la Carlos III, pero, por eso, deberías ser objetivo en tu perspectiva de la historia y no lo has sido, has querido resaltar la parte que tú consideras censurable del personaje y has obviado todo lo bueno que hizo. Que sí, que lo sé, que a ti esta figura histórica te la suda, que tú solo buscabas tu minuto de gloria en los periódicos y redes para alimentar tu egocentrismo. Pero tío, te has pasado, para eso no hacía falta llamar catetos a tus paisanos.

Para colmo, de la misma forma que haces siempre, intentas ocultar tus déficits intelectuales desprestigiando a lo demás; y ya te lo podrías hacer mirar…, así que tienes tan pocos amigos, ¡qué barbaridad!, pero la verdad, conociéndote era bastante previsible en ti. Debe de ser que ya sabemos de buena tinta tus artes.  Pero sea como fuese, solo se trata de una figura histórica, y que, si no te gusta, pues bien, y si te gusta, pues mejor, y tanto lo uno como lo otro, ninguna opción es válida para llamar catetos a los de tu pueblo.

No se trataba de llevar a la hoguera a nadie, es mucho más sencillo, bastaba con decir “pues a mí, no me gusta”, eso sí con la obligación de respetar al que manifieste “pues a mí, sí me gusta” sin tener que descalificar a las personas, ni denigrar a la figura histórica, y mucho menos tratar de palurdos a los aguilarenses, que tú, siéndolo de nacimiento, serías el mayor cateto de todos.

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