
Es la tarde más larga del mundo. Empieza el Jueves Santo y termina el Domingo de Resurrección. Desde que las cofradías comienzan su ronda por los templos, a primeras horas del mediodía, hasta que el Resucitado vuelva al Carmen, habrán pasado cuatro días donde, sin solución de continuidad una jornada dará paso a otra con horas de diferencias.
La tarde del Jueves Santo es una de las jornadas más íntimas de toda la Semana Santa. Tiene sus propios ritos, y no sólo por las visitas a los Monumentos, esa especial decoración de los sagrarios que el convento e iglesias hacen durante los Santos Oficios. Es el día en el que las túnicas de las hermandades llenan de colorido la carrera de las procesiones en los cortejos que recorren las calles mientras los tambores de los romanos suenan a gloria de Vísperas de Viernes Santo.
En la calle Pintada, antiguamente los vecinos se sentaban en la puerta para ver subir del Cristo de la Salud a las cofradías que bajaban a la calle San Cristóbal. Y en esa calle se tomó esta fotografía en una tarde de Jueves Santo, de mediados del pasado siglo XX, protagonizada por un joven cofrade del Nazareno que probablemente había concluido ya la tradicional Visita.
Foto Cedida por Rafa Rebollar Prieto.