
De mi infancia y juventud recuerdo muchas cosas buenas, como diversión, aprendizaje, amigos. Y también lugares que marcaron el tránsito de esos años, pues en ellos disfrute de una de mis mayores aficiones: jugar al fútbol.
Hoy rememoro con especial entusiasmo aquel improvisado campos de deportes (explanada del Llanete Manuel López) en el que celebrábamos intensos partidos entre equipos rivales del mismo colegio (Los Oblatos), que organizaban los propios docentes del centro.
No imagino cómo hubieran sido esos años si en ese entonces no hubiera sentido esa atracción por el deporte rey, la misma que compartía con amigos que han sido para siempre. Lo que me sigue sorprendiendo es que también de adultos mantenemos esa afecto nacido en aquellos años vividos en aquella explanada terriza, rodeada de molinos y corralones.
Tiempo que rememoro con nostalgia al contemplar esta fotografía, con casi cuatro décadas de antigüedad, que acreditan que el pasado forma parte indisoluble de nuestro presente, aunque sean solo recuerdos.