
Martirio
Llevamos ya días con un culebrón protagonizado por unas monjas de clausura, un falso obispo, un obispo verdadero, una falsa Iglesia (llamada secta porque a las Iglesias que no son la verdadera se las llama así despectivamente) y la Iglesia verdadera.
Todo empezó cuando a unas cuantas monjas se les ocurrió que querían vender su convento, que seguramente no sería ni de ellas, y la Iglesia verdadera no las he dejado. Ante esta situación, han pedido consejo a un falso obispo que está al frente de una Iglesia falsa (secta).
Todos los medios de comunicación, siempre buscando el morbo, se han hecho eco de la noticia y todos los días nos hacen entrega de un capítulo de la telenovela. Ponen verde a la Iglesia falsa y al falso obispo. Se ríen de él y lo critican porque vive en una casa muy lujosa y tiene sirvienta con cofia y hasta mayordomo. También le achacan que viste siempre de obispo y de manera lujosa. Y yo me pregunto: ¿habéis visto vosotros algún obispo, de los verdaderos, que viva en un módico pisito de protección oficial de 40 m. cuadrados, que tenga que hacerse la comida, ir de compras al supermercado, recoger la mesa o fregar los platos? Todo eso se lo harán unos pocos que estarán todo el día pendientes de él (¿se les podría llamar sirvientes?). Y cuando tienen que decir misa o salir en alguna procesión, ¿habéis visto las buenas ropas que me gastan confeccionadas con buen paño y adornadas con oro?
¿Lo de verdadero o falso cómo podemos saberlo? No es que vaya yo a defender al falso obispo, sólo faltaría eso, pero viendo las declaraciones y los hechos de todos (véase pederastia, inmatriculaciones, riquezas que manejan …), en verdad os digo, que me cuesta diferenciar los verdaderos de los falsos.