Con la llegada del verano, Aguilar y sus gentes buscan en sus quehaceres diarios unos días de expansión, de regocijo, de descanso y recreo, en definitiva, unos días de merecidas fiestas.

Las fiestas que celebramos deben ser un punto de encuentro y reunión de amigos y familiares, de humanidad, de sana y pacífica diversión, y donde la hospitalidad que nos caracteriza, sea el ejemplo de nuestro pueblo para los que nos visiten, sean oriundos o forasteros.

El pueblo llano se erige protagonista cuando, para realzar la fiesta, viste con las mejores galas las calles y el recinto del Castillo, donde se viene celebrando el Real de la Feria desde principios de los años sesenta del pasado siglo XX.

Con anterioridad se celebraba en el Paseo de Oriente (la Membrilla), donde se instalaban las tradicionales y típicas casetas de las peñas y casinos, en las que se divertían y convivían las generaciones de aguilarenses que conocieron el recinto ferial en ese lugar.

Esta bonita fotografía pudo tomarse en una de las últimas ferias que se celebraron en la Membrilla, y en ella se consagra ese principio de convivencia y amistad que debe reinar en estos días señalados en el calendario local, pues, en definitiva, la fiesta caló en el pueblo y nuestros mayores nos la han legado como una preciada herencia.

Foto cedida por Juan Rubio Berlanga.

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