
Calurosa noche del 16 de agosto, en la que, como manda la tradición desde hace casi cuatro siglos, el glorioso San Roque realiza su recoleto recorrido procesional por los aledaños del convento de las Madres Carmelitas. Rito y tradición se dan la mano en esta clásica jornada del verano aguilarense, en la que la vieja Ipagro celebra a su patrón.
Desde primeras horas de la tarde, en el “Llanito de las Descalzas” se ponían a la venta las típicas roscas del Santo, que desde siempre dona la Panadería San Roque, y que son sustento de la costumbre que nos lleva hasta este lugar emblemático, cada 16 de agosto, para cumplir con la rutina heredada de las generaciones que nos precedieron.
Función Principal en el joyero barroco de las Descalzas, y salida procesional amenizada y enaltecida como siempre por la Banda Municipal de Música, que llena de melodías y añoranzas una procesión que trasciende el tiempo para recordarnos que los aguilarenses y las autoridades de pueblo pidieron la intercesión del Santo varón, en 1649, afligidos por la pandemia de peste negra que asolaba a estas tierras.
Y como cada año, son días de veladilla en la calle Cerrillo, donde los vecinos y allegados cumplen con su ofrenda particular de celebrar los días en los que el Santo, vecino de siempre, recorre ésta en su festividad.








