
En estos días que todos miramos al cielo de nuestras vidas, los que vivimos la Semana Santa, lo que queremos es que ni llueva ni que el cielo acoja una simple nube, que tengamos un sol que irradie la luz necesaria y que las noches sean candelero de sensaciones inenarrables, pero sabiendo y deseando que el azul del cielo permanezca desde que sale el sol hasta que la noche vuelva a teñir de naranja la amanecida.
Así, mirando el cielo nos levantamos el Domingo del Señor, el Domingo de Ramos. El tiempo de la luz, el tiempo del dintel de la puerta del Carmen bañada con los primeros rayos de sol que espera colarse y llenar de vida el rostro del Señor de la Borriquita.
¡QUE SE ABRAN LAS PUERTAS DE LA SEMANA SANTA! Con esta bella estampa de nazarenitos de armiño bajando la calle Carrera el Domingo de Ramos de 1983, rememoramos aquel histórico año en el que el Señor de la Entrada Triunfal en Jerusalén volvía a las calles de Aguilar tras más de una década de ausencia por haberse extinguido su cofradía.
Fotografía de José Antonio Mendoza Pérez.