Culpable de todos los desmanes habidos

Para los fascistas de ayer y de hoy, todos los que no piensen como ellos deben pagar por los desmanes cometidos. Son poderosos, hipócritas, felones, sanguinarios, canallas, falsos, pero también estupidos. Cuando golpean a un estado democrático con la fuerza de un tornado, cuando aniquilan sin piedad a quienes se habían mantenido leales al poder constituido, los acusan de rebeldes. Es de una desfachatez inaudita, pero qué se les puede pedir a esos gerifaltes que tenían el intelecto justo para abrir un pistacho y la maldad necesaria para que la vida humana les importase un comino. En su horizonte no cabían ni la paz, ni el perdón ni la piedad. Al contrario, solo había lugar para la victoria, el ajuste de cuentas y la venganza.

El pasado jueves el catedrático emérito de la UCO Antonio Barragán Moriana vino a presentarnos su último libro: Culpables de todos los desmanes habidos. La aniquilación de la democracia municipal republicana. Córdoba 1936-1942. Arropado por un auditorio hasta la bandera entregado ante la sabiduría y el compromiso de su paisano, hizo una impecable disertación (otra más) en la que desgranó cómo el franquismo actuó con saña contra los alcaldes y demás munícipes, los líderes políticos y sindicales y los miembros de los comités de defensa. Había que descabezar el Estado nacido el 14 de abril desde la base, en el convencimiento de que al aniquilar a todas esas gentes acababan con la legalidad republicana y cortaban de raíz la resistencia. No les tembló el pulso. En la etapa del Terror Caliente asesinaron a muchos, entre ellos, los aguilarenses José María León, Antonio García Márquez, Antonio Cabello Almeda y Rafael Aparicio de Arcos. Al terminar el conflicto, investidos por el poder que las fuerza les daba y creando una legislación exprofeso, segaron la vida de muchísimos más.

Los fascistas de ayer y de ahora no tienen escrúpulos. Creyeron que vencieron, pero a la postre disfrutamos de un modelo de convivencia que se parece mucho más a la Republica atacada que a la pantomima de Estado Franquista, arropado por lo peor de cada casa: Iglesia, beatos, militares, falangistas y tradicionalistas, arribistas, corsarios, estraperlistas, terratenientes, señoritos, etc. que en nombre de una España una, grande y libre solo dejaron en sus hijos unas ansias de libertad sin límites.

El acto fue presentado por la concejal de Cultura, Paqui Herrador, y contó con la intervención del propio autor y la del historiador Diego Igeño.

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