
La noche del 21 de junio, Aguilar de la Frontera vivió una velada inolvidable en homenaje al poeta Vicente Núñez, marcada por la emoción, el arte y la memoria. En el evocador entorno de la Casa del Caballo de Santiago, el público tuvo la oportunidad de sentir —y revivir— al poeta a través de una propuesta cultural tan íntima como profunda, en la que se entrelazaron poesía, teatro, música y vino.
Veintitrés años después de su partida, Vicente Núñez volvió a cobrar vida gracias a la magistral interpretación de Rafael Córdoba, quien conmovió a los asistentes al encarnar al poeta con una intensidad memorable. La dramaturgia, escrita y dirigida por Francisco Cabezas, ofreció un guion cargado de sensibilidad y fiel al espíritu del autor aguilarense, regalando al público un reencuentro inesperado con su palabra, su pensamiento y su presencia.
La música ocupó también un lugar destacado en esta noche de evocación. La voz honda y sentida de Teresa Postigo dio vida a una selección de tangos —género muy apreciado por el propio Vicente— que sirvieron de puente entre la emoción y el recuerdo, entre lo ausente y lo presente. Cada nota fue un suspiro; cada letra, un eco de la sensibilidad del poeta.
No faltó el vino fino, al que Vicente llamaba “hermano vino”, presente como símbolo de identidad y de brindis compartido con la memoria. Fue una celebración de lo sensorial y lo espiritual, de lo que permanece y de lo que retorna cuando se convoca con amor y arte.
La actividad, organizada con el apoyo de la Asociación Cultural Villa de Aguilar, fue un verdadero ejemplo de cómo la cultura es capaz de reunir, emocionar y mantener viva la huella de quienes dejaron una marca profunda.
En definitiva, una noche mágica, colmada de encanto, donde se tejió un homenaje vivo a Vicente Núñez desde lo escénico, lo musical y lo poético. Un homenaje que no solo lo recordó, sino que lo trajo de vuelta, al menos por una noche, al corazón de su pueblo.
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