
En estas fechas navideñas, cuando el calendario avanza inevitablemente hacia la esperada cabalgata de la ilusión, niños y mayores compartimos una misma emoción: la de la espera. Es entonces cuando resulta casi natural volver la vista atrás y preguntarnos cómo se vivía esta celebración en otros tiempos, cuando la magia parecía más sencilla y la vida, como en las fotografías, transcurría en blanco y negro.
La imagen que hoy contemplamos, una bella carroza de Reyes de los años setenta, nos transporta a una época en la que la ilusión no necesitaba grandes artificios. Bastaban unas telas, unas luces modestas y la imaginación desbordada de los más pequeños para convertir las calles en escenarios de ensueño. Los Reyes Magos avanzaban entre saludos tímidos, caramelos lanzados a mano y miradas asombradas que guardaban ese recuerdo para siempre.
Aquellas cabalgatas eran, ante todo, un punto de encuentro. Familias enteras se abrigaban contra el frío, compartiendo risas y conversaciones mientras esperaban el paso de las carrozas. No había pantallas ni prisas, solo el instante vivido con intensidad, grabado en la memoria colectiva de un pueblo que celebraba unido.
Foto Cedida por Teresa Pérez.



