Noche del primer viernes del incipiente diciembre que comenzamos a transitar, en las postrimerías del apurado ya 2022, en la que se ha evocado el recuerdo del poeta aguilarense, cuando se cumple dos décadas de su marcha. Y se ha hecho con un magnífico concierto homenaje en el Auditorio Sebastián Valero.
Vicente Núñez, un poeta total, cuya frescura era capaz de convertir momentos intrascendentes de la vida en poesía, y cuya personalidad quedó tatuada en la memoria de quienes lo conocieron, volvió a ser recordado a través de sus poemas, revividos a través de la palabra, la imagen y la música.
Y es que la devoción y la curiosidad por su obra, por su figura y por su sabiduría, volvió a reunir a un numeroso público en el vetusto edificio de la antigua iglesia de los Desamparados, escenario elegido para la puesta en escena de un acto que reparó su obligada ausencia y nos emocionó con su recuerdo.
En su querida Ipagro-Poley se rememoró su personalidad fascinadora, además de sus cualidades como poeta que hicieron de Vicente Núñez una persona única, un poeta excepcional que de alguna manera convertía su forma de ser en una parte de su obra.
Porque Vicente nos dejó su legado, su obra, de una profundidad apabullante, tremendamente desgarradora, valiente, espontánea, pero a la vez técnicamente impecable, lo que lo convirtió en un poeta inagotable.
De ello dio buen cuenta lo vivido en la noche de ayer, en la que la magia de la música y la musa de la poesía glorificaron la memoria del POETA, con mayúsculas, y a ello contribuyeron quienes leyeron sus poemas; y el tenor aguilarense, Miguel Arjona Varo, quien, junto al pianista José Antonio Quiles Rodríguez, ofrecieron el concierto “ La Albahaca” como homenaje a la figura del ilustre poeta.