La década de los 60 supuso una auténtica eclosión en el raquítico panorama musical español. Al calor de las influencias extranjeras, con grupos como The Beatles o The Rolling Stones que llevaron los nuevos ritmos a las masas, llenando estadios y popularizando el fenómeno de las “fans”, Los Pequeniques, Mustang, Sírex, Brincos, Bravos, HH, etc. inundaron con sus letras despreocupadas y su música ligera el ocio de los jóvenes españoles en los míticos guateques. Además permitieron canalizar la moderada rebeldía de nuestros castizos “teen”, aderezados de discretas melenas y poses pseudo-marginales, contra una sociedad gris, donde cualquier atisbo de libertad o aperturismo era cercenado desde su raíz.
Aguilar de la Frontera siempre ha tenido un espacio para la música. Conocidas son la larga trayectoria de nuestra banda municipal, la gran cantidad de tunas y rondallas existentes o las orquestas creadas para amenizar ferias y banquetes. En este ambiente propicio, surgieron tres grupos de jóvenes que, armados de guitarras, bajo y batería, instrumentos básicos de cualquier formación “yeyé”, con nula o escasa formación musical, soñaron con emular a sus grandes ídolos de entonces. Así nacieron Los Gavilanes, Los Adams y Los Sonic.
Los Gavilanes estaban compuestos por Paco Romero (voz), José Albalá y Rafael Palos (guitarras), Eduardo Pérez (batería) y Francis Pérez (bajo). Su origen había estado en una rondalla dirigida por Rafael Luque, aunque pronto desearon expresarse con música más acorde con sus gustos. Tocaron durante dos años largos, aproximadamente entre 1967 y 1969, pero, como solía suceder entonces, realizaban muchos ensayos, generalmente en la Parroquia de La Salud, cedida por un sacerdote “moderno” en aquellos tiempos, Don Sebastián, y pocas actuaciones. A pesar de ello, dieron varios conciertos en Aguilar -como refleja la fotografía que acompaña este artículo, realizada en 1968 en la caseta Popular del recinto ferial-, en la feria de Las Navas del Selpillar -en esa ocasión acompañados por Diego Cañadillas-, en Estepa, en La Rambla, etc.
Los Adams fueron coetáneos de Los Gavilanes. Sus miembros eran Miguel Bujalance Luque (bajo), Federico Galisteo (guitarra rítmica), Antonio León, conocido por Goli (batería), Miguel Bujalance Moriana (voz) y Eduardo Montero (guitarra solista). Su local de ensayo, inmortalizado en esta fotografía de 1968, estaba en la calle Belén y fue decorado, con una estética claramente influida por la “psicodelia” por Ricardo Llamas, de quien también es el dibujo de la batería. En el repertorio incluían los grandes hits de Adamo, Mustang, Sírex y otros, facilitados por una fan de la banda, Pepi Méndez. Realizaron un gran número de actuaciones por los pueblos de los alrededores, a veces acompañados por Manolo Armero.
Continuadores de los Adams fueron Los Sonic, formados inicialmente por Manuel Mª Ruiz (bajo y órgano), Rafael Moreno (Voz), Juan Hernández (guitarra y órgano), Antonio León (batería) y Eduardo Montero (guitarra solista y órgano). Su trayectoria se inició, en torno a 1970. Ensayaban, habitualmente, en El Tugurio, local situado en Los Molinillos, y en la Cuestezuela. Cuando tocaban les gustaba interpretar los éxitos de Los Ángeles, Los Módulos, Los Pequeniques, Los Mitos, etc. Realizaron varias salidas fuera de Aguilar, entre ellas, a Castillo de la Albaida, Puente Genil, Córdoba, Villa del Río. Recuerdan, fundamentalmente, su actuación en la inauguración del Parque Sindical de Cabra. Como es obvio, tocaron en diferentes eventos en nuestro pueblo. La fotografía que recogemos, quizás de 1972, nos muestra a Los Sonic con una formación diferente a la original: Ya no estaban ni Juan Hernández ni Eduardo Montero; su lugar lo ocupaban dos jóvenes músicos montillanos.
Gracias a todos los citados, los jóvenes aguilarenses de aquellos años bailaron, se desgañitaron e iniciaron su entrada en la edad adulta. Por ello, a todos esos músicos que formaron Los Gavilanes, Los Adams y Los Sonic nuestro agradecimiento por su labor. Y a Eduardo Montero, Pepe Cecilia, Juan Llamas Miguel Bujalance, José Albalá, Rafael Palos y Manuel María Ruiz gracias también por sus fotografías y por sus testimonios que han hecho posible este modesto homenaje.
Diego Igeño Luque




