En esta ocasión nos hemos permitido traer a esta sección de aguilarenses ilustres los primeros apuntes de la biografía de un destacado juez que, sin embargo, nació en la localidad asturiana de Luarca el 25 de julio de 1884: Eduardo Cristino Iglesias Portal, hijo de Ángel y de Albina, bautizado en la parroquia de Santa Eulalia de esa villa marinera.
Eduardo Iglesias cursó estudios de derecho y el doctorado en la Universidad Central de Madrid. Debió de ser un alumno brillantísimo, ya que la única información que tenemos sobre sus calificaciones, relativa a su primer curso de doctorado, nos permite saber que obtuvo sobresaliente en todas las asignaturas.
En 1908 aprobó las oposiciones a la judicatura, aunque hasta 1910 no tenemos las primeras noticias de su carrera profesional cuando ejerce como juez en Becerreá (Lugo), pasando con posterioridad a ocupar plaza en Castropol (Asturias), donde estuvo aproximadamente entre 1910 y 1913.
Su vinculación a tierras cordobesas data de finales de ese año 13. Entonces participará en una celebración de la Inmaculada en Aguilar de la Frontera (no sabemos si aquí ejercía como juez). Poco después lo localizamos como titular del juzgado de Castro del Río, pueblo en el que permaneció hasta 1916.
Estudiante impenitente, en 1915 aprobó las oposiciones de registrador.
Entre 1916 y 1922, en su condición de juez o de abogado fiscal, recorre diversas poblaciones de España (Jaén, Gandesa, Córdoba -llegará primero como fiscal de Audiencia-, Martos, Lugo) hasta que finalmente es destinado nuevamente a Córdoba, ahora como juez de Primera Instancia del Distrito de la Izquierda. En este desempeño le tocará actuar como instructor de un caso que conmovió a la opinión pública española, “La tragedia del Expreso de Andalucía”, ocurrida en abril de 1924.
En la capital de nuestra provincia estará hasta su ascenso como magistrado de la Audiencia Provincial de Cádiz en 1925. En estas fechas, ocupaba el número 1 en el escalafón de funcionarios de su categoría. Sin embargo, no permanecerá mucho tiempo en ese puesto ya que, a petición propia, al año siguiente se trasladará nuevamente a Córdoba, esta vez como Magistrado de la Audiencia Provincial. En 1927 será promovido a Magistrado de Entrada manteniendo su destino.
A finales de diciembre de 1928 volverá a la Audiencia de Cádiz, en la que recibirá nuevos ascensos que lo convertirán primero en Magistrado de Ascenso en 1929 y luego en Presidente de dicha Audiencia en 1932, iniciada ya la II República, cuando la cartera de Justicia es desempeñada por su paisano Álvaro de Albornoz.
1932 se convertirá en un año clave en la biografía de Eduardo Iglesias Portal ya que es entonces cuando es nombrado magistrado del Tribunal Supremo y destinado a su Sala Sexta. Casi sin tiempo para tomar posesión recibirá el siguiente encargo:
Reunido esta mañana el Tribunal Supremo ha acordado que en todo lo relativo a la sublevación entienda la sala sexta.
Se incoarán con motivo de los sucesos dos sumarios: uno relativo a todo lo de Andalucía.
El otro comprenderá los sucesos de Madrid y Alcalá de Henares.
Será juez del primer sumario el magistrado del Tribuna Supremo señor Camarero [Dimas Camarero y Marrón].
Idem del segundo, el señor Iglesias Portal
El asunto hizo correr ríos de tinta durante más de dos años y convirtió a Iglesias en lo que hoy denominaríamos “un juez estrella” dadas sus continuas apariciones en la prensa. También, cómo no, cimentó su prestigio en la magistratura y su identificación con el régimen nacido el 14 de abril hasta el punto de que en 1935 será definido como magistrado republicano.
A mediados de julio de 1936, su cursus honorum se verá enriquecido con la instrucción de otro difícil y mediático caso, el de los asesinatos del teniente de asalto Castillo y del diputado de Renovación Española José Calvo Sotelo.
En estas circunstancias, se produce el golpe de estado de los militares que conducirá a una guerra civil que asolará España entre 1936 y 1939. El conflicto no frena la carrera profesional de Eduardo Iglesias. En su condición de magistrado del Supremo será el presidente del Tribunal Popular que juzgue, y sentencie a muerte, al líder de Falange Española José Antonio Primo de Rivera. Conocida es la anécdota que recuerda cómo éste al terminar el juicio que lo condenaba abrazó al luarqués diciéndole al mismo tiempo que sentía el mal rato que, por su causa, estaba pasando.
En 1937 es elegido vicepresidente segundo del Consejo Nacional de Tutela de Menores, lo que traía aparejada la vicepresidencia primera del Tribunal de Apelación de los Tribunales Tutelares de menores de España
Tiempo después, ya en 1938, será el presidente del Tribunal Central de Espionaje y Alta Traición que dirimirá el proceso contra los dirigentes del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) acusados de espionaje y alta traición. El fallo condenó a diversos trotskistas a penas de prisión y a la disolución del POUM y de la Juventud Comunista Ibérica.
Con la derrota republicana en la guerra civil se verá obligado a marchar primero a Francia y luego a México. Entretanto, las nuevas autoridades franquistas lo habrán separado de su cargo de registrador, dándole de baja en el escalafón; habrán cursado contra él una orden de busca y captura, según lo publicado en el B.O.P. de Cáceres por pertenecer al Tribunal Central de Espionaje y Alta Traición rojo; y habrán decretado –orden de 25 de abril de 1939- su separación y baja definitivas de la carrera judicial.
En el país azteca prosigue nuestro biografiado sus altas responsabilidades. Por orden de la presidencia del Gobierno republicano en el exilio forma parte de la Comisión encargada de revisar cuentas de la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles) presidida por el socialista Indalecio Prieto.
Según menciona Carlos Martínez en su obra Crónica de una emigración. La de los republicanos españoles en 1939, también se destacó Iglesias por su participación en proyectos culturales: La emigración tuvo también sus enciclopedistas que se diferenciaron de sus antecesores porque substituyeron la elucubración filosófico-demoledora por el paciente trabajo de ir redactando fichas para un diccionario enciclopédico en diez gruesos volúmenes, que creo es la primera obra de tal índole entera planeada y realizada en Hispanoamérica. En esta tarea colaboraron durante mucho tiempo bastantes exilados, entre los que recuerdo a Enrique Rioja, Juan Sapiña, Doporto, Ruiz Lecina, Ramón Espinós, Eduardo Iglesias del Portal y Ponsetti.
Tras unos años de exilio regresa a España. Fueron las propias hijas de Eduardo Iglesias quienes escribieron en 1955 a Miguel Primo de Rivera, entonces embajador en Londres y juzgado por el magistrado en el mismo proceso que José Antonio, para que intercediera a favor de la repatriación de su padre, algo que casi de inmediato consiguió.
En 1961 se publica en el B.O.E. su jubilación por haber cumplido la edad reglamentaria.
Desde su llegada a nuestra provincia en el lejano año de 1913 se vinculó estrechamente a Aguilar de la Frontera. Se casó con la aguilarense Ana Arcos Tíscar y residió, cuando sus obligaciones profesionales se lo permitieron, en la casa número 3 de la calle Arrabal donde falleció el 19 de enero de 1969. Un ejemplo de estos lazos con el pueblo nos lo da su participación en la Exposición Regional de Aceites celebrada en Córdoba en 1916, donde figuró como de Aguilar. A pesar de ello, no había perdido el amor a su patria chica, por ello, la muestra que envió a dicha Exposición llevaba el nombre de Covadonga.
Diego Igeño Luque