Aguilar de la Frontera calle a calle (14)

    CALLE ARRABAL 

Autor: Antonio Maestre Ballesteros

Con el nombre genérico de arrabal o arrabales se denominaron durantela Baja EdadMedia los espacios urbanos delimitados en el exterior de los recintos amurallados de castillos y fortalezas. Habitualmente estos ramales de casas se agrupaban en torno a las principales puertas de acceso o salida a dichos recintos. El surgimiento del casco urbano de Aguilar en el exterior de los muros fortificados se data en los siglos XIV y XV, coincidiendo con los periodos de receso de la actividad bélica en las tierras fronterizas con el Reino de Granada, consolidándose definitivamente esta tendencia en las postrimerías del último siglo citado, tras la conquista definitiva del Reino Nazarí.

Son numerosos los datos que ponen de relieve la existencia de arrabales en Aguilar a partir de ese periodo. Lugares que, respondiendo a la dinámica general, tuvieron como punto de partida o eje las puertas principales que marcaban los accesos a la fortaleza del Castillo de Luna: porla Puertadel Hierro se vislumbraban los arrabales de San Antón, San Sebastián y las Peñas; por la de Espejo se desembocaba al del Hospital Viejo y al de San Cristóbal; y trasla Puerta Realse iniciaba el Arrabal del Moralejo, entre otros.

Justo en las inmediaciones de la última puerta se delimitó una explanada  que se incorporó al recinto exterior de la Plazadel Mercado[1]. Este lugar fue el epicentro de antiguos caminos que se transformaron en las calles que articularon los arrabales extramuros. En este enclave tomaba dirección el cercano Llano de los Molinos y la calle Nueva, las calles Cerrillo y Moreno, y la que, siguiendo el trazado del Camino dela Puente Don Gonzalo, conducía al Arrabal del Moralejo.

A esta última se le comenzó a denominar calle Coronada en las décadas finales del siglo XV. El origen del nombre se relaciona con la advocación de Nuestra Señora dela Asunción Coronada, Título bajo el que estuvo la ermita que Don Alonso de Aguilar mandó levantar en el extrarradio de la villa cabecera de su Señorío. En ese paraje se delimitó la plaza que acogió el mercado artesanal de la población.

Entre los documentos más antiguos que acreditan la existencia de dicha calle se haya el libro de Visitas Pastorales, fechado en 1554, en el que además de constatarse su presencia, aporta información muy interesante del proceso evolutivo que experimentó la zona tras delimitarse nuevos solares en terrenos dela FábricaParroquial. 

En la calle del Cerrillo, en la vuelta de la calle de la Señora Coronada que es desde la esquina de la calle que alude a la casa del cerrajero, hasta la esquina del horno del Moralejo, la fabrica de dicha iglesia tenía una haza y la dio a solares, y hay en ella 13 solares……..[2] 

La calle dela Coronada se consideraba ya en el siglo XVI como una de las más importantes del casco urbano. Su estratégica situación geográfica como lazo de unión entre las dos plazas públicas de la villa, y el formar parte del recorrido de las procesiones del Corpus y Semana Santa, le valió para que su calzada fuese reparada periódicamente, coincidiendo con estas celebraciones: 

Descárguensele once reales que pagó a tres hombres porque taparon un barranco que estaba en la calle de Nuestra Señora de la Coronada de esta villa para que pasase la procesión el día del Corpus, mostró libraza de Pedro Muñoz de Paredes, alcalde, su fecha en catorce de junio de mil quinientos ochenta y dos[3].    

Los protocolos notariales de principios del siglo XVII recogen datos que señalan su ubicación y el inicio de la calzada en los terrenos colindantes ala Plazadel Mercado: 

…unas casas en esta villa en la calle de la Coronada junto a la plazoleta del Mercado de ella, linde con casas de Gaspar de Ávila y Antón Luque de Padilla….[4].     

Su importancia geográfica determinó que se empedrase de forma reiterada cada vez que se producía un deterioro parcial de la calzada. Obras de estas características se efectuaron, por ejemplo, en 1638: 

En este Cabildo pareció Rodrigo de Aguilar, mayordomo del Concejo y presentó un memorial de gasto que se hizo en empedrar unos barrancos que había en la calle de la Coronada y Moralejo[5] que monta ciento treinta y cuatro reales y medio.       

Con el nombre de calle Coronada aparece en el primer padrón de habitantes  conservado, fechado en 1651, y en él se inscribieron un total de cincuenta y siete vecinos[6]. Esta cantidad resulta elevada si consideramos los límites geográficos que presenta actualmente, auque esto se justifica al comprobar que durante los siglos XVII y XVIII los padrones presentan unificadas las nóminas de vecinos de la calle Coronada yla Plaza del mismo nombre. Con el registro textual de Coronada y Plaza o Plaza y Coronada, se cita en los diferentes padrones de esa época, presentando un número de vecinos que oscilaba entre treinta y cinco y  cincuenta y cinco.

Es importante constatar, y así se deja entrever desde los años iniciales del siglo XVII, que en la calle se asentaron algunas de las familias más destacadas de la élite social y económica local, cuya primacía se hizo patente en las ornamentadas fachadas que exhibían sus casas. En pleno siglo XVII moraban en ella los primeros exponentes de linajes como: Gutiérrez de Salamanca, Dávila Ponce de León, Gordejuela, Clavería, etc., promotores de los palacetes construidos en esos siglos, algunos de los cuales han perdurado hasta nuestros días.

La fastuosidad de la casa y la nobleza de sus dueños (los Gutiérrez de Salamanca), fue el elemento que determinó el que durante los días 26 y 27 de agosto de  1730, se alojasen en ella los reyes Felipe V  y su esposa Isabel de Farnesio, en dos jornadas de descanso que realizaron durante su viaje de regreso a Sevilla desde Granada[7]. Ya a finales de ese siglo un descendiente de los Gutiérrez de Salamanca   fue nombrado Coronel de Dragones y se le concedióla Cruz de Caballero dela Real Orden de Carlos III y la gracia de poner las cadenas en la fachada de su casa, privilegio  que indicaba el derecho de asilo para los perseguidos porla Justicia.

En el transcurso del siglo XVIII la calle mantuvo entre sus vecinos a descendientes de los linajes que se asentaron en centurias anteriores, conservando éstos, y en algunos casos enriqueciendo ornamentalmente aún más, los blasones de las fachadas de sus casas. Así ocurrió con el número 3 que habitaron los Claverías, cuya profusa decoración barroca responde a este periodo histórico[8].

A partir de los primeros años del siglo XIX aparece denominada como calle Arrabal. El primer censo donde se registra tal nomenclatura corresponde al de Milicias Provinciales de 1816[9]. Desconocemos las razones que motivaron el cambio de nombre, aunque en ello pudo incidir el deseo de diferenciar los dos espacios geográficos que lo contenían: la calle y la plaza. La investigación realizada permite aseverar que el nombre de Arrabal lo había ostentado ya la calle, al menos por designación popular, desde el siglo XVI o XVII. Así aparece en los protocolos notariales de esa época: 

Por una parte Juan Pérez Hurtado, clérigo, y de la otra Baltasar Dávila vecino de esta villa, dijeron que por cuanto el dicho Juan Pérez Hurtado a de hacer en el corral de su casa que tiene en esta villa en la calle Arrabal, linde con el dicho Baltasar Dávila…….[10]  

  El padrón de 1819 registra el primer censo específico de vecinos una vez que se había segregado de la Plazade la Coronada. Segúndicho documento contaba con quince edificios, correspondiendo el primero a la llamada Casa de Juego. Por ese tiempo permanecían avecindados algunos exponentes de los apellidos, Gutiérrez, y Dávila -dos de los linajes más destacados de la nobleza local que se establecieron en ella tiempos atrás-, a los que habría que sumar otros notables como los Clavería, Vidal,  Maceda, o Chaparro, que se instalaron en el siglo XIX. En los primeros años de la nueva centuria se registran los presbíteros José y Pedro Ramos, Luís Abango, noble, Blas José de Martos, que ejercía de alcalde Mayor; y Miguel López Luque que era vicario[11].    

Coincidiendo con este periodo tomó vecindad -al contraer matrimonio con Trinidad Gordejuela que habitaba en la casa número 3-, Antonio Toro Valdelomar. Fue éste uno de los aguilarenses de mayor relevancia social y política, local y provincial, de su época. Los padrones de los años centrales revelan que el edificio número 14 acogió una casa de pupilos (escuelas), constituyendo un precedente que se repitió en el siglo siguiente, como conoceremos más adelante.

 En el transcurso del siglo XIX son varios los vecinos que, siguiendo la tónica de periodos anteriores, destacaban socialmente, bien por su situación económica, como los hijosdalgo José Rafael Tablada o Francisco Dávila Ponce de León, o por su protagonismo político, que en la mayoría de los casos conllevó implícito lo primero. El padrón de habitantes de 1860 registra la numeración que presentaba cada acera y los vecinos con sus oficios respectivos:

 

NÚMERO VECINO OFICIO
Nº 1 D. Carmen Clavería  
Nº 3 D. Dolores Vida Viuda
Nº 5 D. Antonio Toro Hacendado
Nº 7 D. Juan María Urbano Hacendado
Nº 9 D. Juan Romero Boticario
Nº 11 D. Eduardo Estrada Hacendado
Nº 13 D. Catalina Dávila Viuda
Nº 15 Antonio Romero Mesonero
Nº 2 D, Antonio García Varo Maestro de primeras letras
Nº 4 José Garrido Latonero
Nº 6 José Albalá Zapatero
Nº 8 No la habita nadie  
Nº 10 Manuel Reina Confitero
Nº 12 D. Mariano Moreno Hacendado
Nº 14 D. Luís Calvo  
Nº 16 No la habita nadie  
Nº 18 Cristóbal Carrillo Herrero

                       AMA. Padrón de habitantes 1860. Leg, 220. Elaboración Propia

   Durante las últimas décadas del siglo se registró como vecino Francisco José Carretero Lopera, alcalde de Aguilar en los primeros meses de 1874[12]. En esta calle nació, en 1877, el prestigioso abogado y destacado político, José Estrada y Estrada, en la casa que habitaron desde siglos atrás los Dávila Ponce de León, de quien era descendiente por línea materna.

En 1896 se produjo un nuevo cambio de nomenclatura al serle adjudicado el nombre de Antonio Toro Valdelomar, en reconocimiento a los méritos políticos de este ilustre personaje. Con la nueva denominación se mantuvo durante gran parte del siglo XX. 

Acto seguido usó de la palabra el señor Muñoz Jurado, y con sentidas, expresivas y levantadas frases, enumeró los beneficios que en todas las órdenes de aflicción y necesidades, así como de interés común para la localidad, venía el vecindario y municipio ha tiempo obteniendo de los eminentes hijos de nuestro suelo patrio, Exmo Sr. Don Emilio Gutiérrez Cámara, General de Brigada  y actual Secretario del Consejo Supremo de Guerra y Marina, y el Ilustrísimo Sr. Don Antonio de Toro Valdelomar, recientemente fallecido, representante el primero a más de los méritos colectivos indicados, el constante y particular de amparo , mejora y defensa de cuantos son llamados al Servicio Militar, desde remota época, y pertenecer a dicha carrera de nuestro pueblo, y merecer el segundo  Sr. Toro, esta clase proletaria su ocupación y sostén durante más de sesenta años en que como primer contribuyente, ha venido invirtiendo a solo obreros de Aguilar en sus casas, labores y dependencias = y que, como ante la condensación y arraigo de tales sentimientos en la opinión pública local, no entendía poder traducir en manifestaciones de mayor gratitud ostensible, y de perpetuidad, que dedicando a la memoria de tan relevantes patricios  las calles de nacimiento y defunción  respectivas. Proponía a la deliberación y acuerdo de sus compañeros  en el Municipio, se denominen en delante de Emilio Gutiérrez Cámara, la hoy Moralejo primero, y Toro Valdelomar, la llamada del Arrabal en el día[13].               

En los albores del nuevo siglo se produjo el hecho que popularizó a uno de los edificios más notables de la calle, el que habitaron los Dávila Ponce de León, al ser adquirido, en 1924, por el Marqués de Casas Vargas, quien, creyendo erróneamente que en ella había nacido Manuel Gutiérrez de Salamanca, colocó en su fachada las cadenas que simbolizaban el privilegio que Carlos III había otorgado al destacado militar en 1797. Tal como se ha demostrado posteriormente, la casa que habitaron los Gutiérrez de Salamanca corresponde a la inmediatamente anterior, marcada con el número 11[14].

Este error no corregido, al mantenerse aún las cadenas colocadas en la casa número 13,  dio lugar a que a partir de ese momento se conociese popularmente al inmueble como “la Casade las Cadenas”. Tras la muerte de la esposa del Marqués de Casas Vargas el edificio pasó a favor del Obispado de Córdoba, condicionada la cesión a que se ubicase en él un colegio. A esta finalidad se dedicó durante varias décadas, albergando finalmente la casa parroquial.

En 1946 se trasladó a la casa que da principio a la calle la Sociedad“La Amistad”, cuyo casino o sede social, procedente de la calle Mercaderes,  se mantiene aún en dicho emplazamiento[15]. El 25 de mayo de 1979 el Pleno Municipal acordó restituirle el nombre de Arrabal[16]

                                       DATOS NOMENCLATURAS 

CALLE CORONADA: este nombre se vincula con la advocación de Nuestra Señora dela Asunción Coronada, propia de la ermita que mandó construir Don Alonso de Aguilar en el extrarradio de su fortaleza en los años finales del siglo XV. Iconográficamente representa al Misterio dela Asuncióndela Virgenal cielo, donde es coronada por las tres personas dela Santísima Trinidad.El grupo escultórico que presidía el retablo mayor de la desaparecida iglesia se conserva en la clausura de las Carmelitas Descalzas de Aguilar.  

CALLE ARRABAL: designación que recibió durantela Edad Medialos barrios que surgieron en el exterior de los recintos amurallados de fortalezas y castillos. El trazado de esta calle marcó la dirección de uno de los primeros y más importantes arrabales de la villa de Aguilar -el del Moralejo-, hecho que debió influir para que al desaparecer la nomenclatura de Coronada se le denominase como Arrabal, probablemente por persistir aún en la memoria colectiva reminiscencias toponímicas de la antigua denominación de este lugar como Arrabal del Moralejo  

CALLE ANTONIO TORO VALDELOMAR: aguilarense nacido en 1812 en la calle Carrera, hijo de Antonio Roque de Toro y Francisca Valdelomar. Fue uno de los mayores hacendados de la provincia de Córdoba, además de un destacado político en las filas del Partido Conservador. Con las siglas de este partido ocupó la alcaldía de Aguilar en varias ocasiones durante la década de 1860. Fue gobernador civil de la Provinciaen 1867[17] y diputado provincial y candidato a las Cortes en 1878[18].

 [1] Actualmente este recinto lleva por nombre Placilla Vieja.

[2] APS. Libro Visitas Pastorales 1554 – 1580. S/C.

[3] AMA. Cuentas de Propios 1582 – 1601, Leg. 373.

[4] AHPC. Oficio 1, Alonso Jurado, año 1621. Sig. 6052.

[5] AMA. Acta Capitular 1 agosto 1638, Leg. 89.

[6] AMA. Padrón de Habitantes 1651, Leg. 208.

[7] PALMA VARO,  José. Apuntes para…, P. 297. 

[8] Algunos estudiosos del arquitectura local plantean como hipótesis que tanto esta casa como otras meritorias situadas en la calle Moralejo fueron proyectadas por el arquitecto local Juan Vicente Gutiérrez de Salamanca, autor de los proyectos dela Torre del Reloj y Plaza de San José.  

[9] AMA. Padrón  de  Milicias Provinciales 1816, Leg. 209.

[10] AHPC. Oficio 1, Francisco Herrera, 1 junio 1633. Sig. 6061.

[11] AMA. Padrón de Habitantes 1819, Leg. 209.

[12] Ibidem. 1874, Leg. 223.

[13] AMA. Acta Capitular 17 agosto 1896, Leg. 139.

[14] PALMA VARO, José. Apuntes para…, p. 297.

[15] AMA. Correspondencia 16 de marzo 1946. Nº 101.

[16] AMA. Acta Capitular 25 mayo 1979, Leg. 151.

[17] Ibidem. Actas Capitulares 1867, Leg. 132.

[18] MAESTRE BALLESTEROS  Antonio. IGEÑO LUQUE  Diego. CABEZAS PÉREZ  Francisco. Imágenes Paseo por Aguilar de la Frontera en 1927, p. 54. Ayuntamiento de Aguilar dela Frontera.

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