Autor foto: Antonio Maestre Ballesteros
Los primeros rayos de sol que alcanzan la tejida y enhebrada red de hilos de seda que dan forma a la blanca cúpula, bajo la que se cobijan las jóvenes larvas de la temida Procesionaria, se nos revela como una escueta alfombra de suave algodón, donde muere la escarcha rociada en la gélida noche de invierno.