“La movida” o cómo hacer feliz a un cincuentón

naranjosDiego Igeño.

El pasado viernes fui espectador de un acto cultural de primera fila en Aguilar de la Frontera que no ha recibido la debida atención por parte de nuestros medios digitales: la celebración de un concierto de pop-rock en la Plaza de los Naranjos; porque sí, señoras y señores, el rock y el pop son música, la música, mientras no se demuestre lo contrario, es cultura, ergo el rock y el pop son Cultura con mayúsculas.

En la velada hubo varios aspectos que resaltar. El primero el hecho de que fuese organizada por los bares de la zona quienes de esta manera, además de tratar de dinamizar el espacio en el que se ubican con la consiguiente mejora de sus ingresos –algo totalmente lícito-, ofertaron a clientes y no clientes un rato de esparcimiento. Que cunda la iniciativa.

El segundo es la calidad del grupo interviniente, La Movida, compuesto por cinco miembros: una vocalista, un guitarra y voz, un baterista, un bajo y un músico polivalente que lo mismo trabajaba los coros, el piano que la guitarra rítmica. Estos tres últimos, aguilarenses para más señas: Domingo Cosano jr., Manolo Calero y Miguel Arjona. De su capacidad musical, de su entrega en el escenario, surgieron unas versiones notables de algunos de los clásicos del repertorio de los años ochenta y noventa, a los que iba dedicado el concierto.

Y así llegamos a la madre del cordero: el repertorio ejecutado. Sencillamente sobresaliente. Yo que soy más amante de la música sajona disfruté como un enano con las magníficas interpretaciones de los temas “Message in a bottle” del trío británico Police, “Proud Mary” en la versión de Tina e Ike Turner –hace dos o tres años tuve la suerte de ver a John Fogerty interpretarla en Córdoba- y el espléndido “Highway to hell” de los australianos AC/DC, una apuesta muy arriesgada porque, para tratar de acercarse a la imposible voz de Bon Scott, la vocalista debió de dejarse la garganta. A esas alturas finales, más que mostrarnos una autopista hacia el infierno, La Movida nos había conducido directamente hacia el cielo.

Pero, como no podía ser de otro modo, el grueso de la noche musical estuvo capitalizado por la ejecución magistral de un amplio abanico de temas en español de una gran variedad de grupos. Sólo por destacar algunos señalaré: “Maneras de vivir” del maestro Rosendo en sus tiempos de Leño, para mi gusto la versión más desacertada, la única, de cuantas hubo, “Labios de fresa” de la afinada banda malagueña Danza Invisible, “Escuela de calor” de los rompedores catalanes Radio Futura; “Mil calles” de los granadinos La Guardia; “Salta” de los stonianos Tequila, “Soldadito marinero” de Fito y los Fitipaldis, “Rufino” de Luz Casal –aún me pregunto si esa hortera composición debe de aparecer en estos homenajes-, etc., etc. Y, cómo no, el merecido tributo a dos bandas inconmensurable, los aragoneses Héroes del Silencio y los mexicanos Maná -injustamente ninguneados en la emisora estandarte de este tipo de música, Rock FM- cuyo tema “Clavado en un bar” fue coreado por el grupete más marchoso del recinto, bien espoleado por la cantante.

He visto estos días que el grupo vuelve a actuar en la verbena del Cerro Crespo. Si os gusta la cultura, si os gusta el rock y el pop, si ya habéis cumplido los cuarenta y todos o si todavía no los tenéis, os recomiendo que no os lo perdáis. Disfrutaréis, lo pasaréis bien. Y ellos, La Movida, habrán conseguido haceros felices que, con los tiempos que corren, es algo que hay que agradecerles infinitamente. Ya sabéis lo que decían los Stones: “I know it’s only rock and roll, but I like it”.

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