CALLE POZUELO
Desde su orígenen más remoto, esta calle ha mantenido una preeminencia sobre las demás, causada por su estratégica situación geográfica, cercana, por un lado, al epicentro poblacional que constituye el Llano de las Coronadas, y por otro, su alineación como una de las arterías principales de acceso al Barrio Bajo. Estos condicionantes marcaron su devenir histórico hasta el extremo de imprimir a sus vecinos una idiosincrasia diferenciada al resto de la población, generando un alias propio -utilizado durante los siglos XIX y XX-, siendo conocidos como “la gente la pana”.
Documentalmente tenemos constancia de su existencia en el siglo XVI, en el transcurso del cual aparecen numerosas referencias a la misma. A mediados de esa centuria se registra en apuntes de la testamentaria de Cristóbal Jiménez, recogidos en el libro de Visitas Pastorales en estos términos:
Una Casa por los arrabales de esta villa por el barrio del Hospital Viejo, por la calle del Pozuelo que linda con casas de Pero Gonzáles y la casa de Juan Perogil. Estas casas dejó el Cristóbal Jiménez para que las habitasen Clara, Sabina y Lucía, sus esclavas[1].
Podemos considerar que durante dicho siglo la calle estaba ya totalmente delimitada en su extensión y alineación de aceras, aunque es previsible que aún existiesen muchos solares sin construir, a tenor del reducido número de vecinos que aparecen censados en los primeros padrones de habitantes conservados, fechados a mediados del siglo XVII. Existen datos que detallan las obras de empiedro que se le realizaron en 1618:
Más dio por descargo más ciento y veinte y un reales que por libranza de la Justicia y Regimiento de veinte y ocho de enero del año pasado de mil seiscientos diez y ocho gastó en el empedrado de las calles Pozuelo y Clavijo[2].
Por esos años se documenta la existencia de la embocadura de la calle Membrilla, emplazada en la calle Pozuelo desde el origen de la misma:
…….confesó deber por razón del alquiler de unas casas en la calle del Pozuelo de esta dicha villa, linde con el cantillo de la calle de la Membrilla y con Pedro Martín de Sánchez ….[3].
En el padrón de habitantes de 1651 se contabilizan un total de cincuenta y cinco personas, cuya equivalencia con el número de viviendas existentes pudo ser similar o algo inferior[4]. Ya en dicho documento se constata la diferencia en el estrato social que tenían los vecinos residentes en la zona limítrofe al Llano de las Coronadas con respecto a los que habitan en la parte baja de la calle. Entre los primeros se registran apellidos vinculados a los linajes más notables de la población. Como ejemplo podemos apuntar el caso del hijodalgo Alonso de Tíscar, capitán de infantería[5]. Esta división social y geográfica se constata en el padrón de habitantes de 1673 donde se especifica la existencia del Pozuelo Primero, con diecisiete vecinos, y el Pozuelo Segundo con treinta y nueve[6].
Durante la última década del siglo se produjo un considerable incremento del número de habitantes en esta zona de la población, llegándose a doblar la cantidad con respecto a la primera mitad de la centuria. Iniciada la década de 1690 se registran un total de cuarenta y ocho vecinos, entre los que destacaban por sus oficios: Juan de Vida Capote, alcalde ordinario y obrero mayor de la Fábrica Parroquial; los procuradores Sebastián Rodríguez Trujillo y Antonio del Valle la Molinera; el maestro de escuela y organista de la Parroquia José de Rojas; el clérigo de menores órdenes Pedro Fernández del Valle, etc[7]. Concluyó el siglo en 1699 con un total de ciento sesenta y cinco habitantes, entre los se encontraba Andrés de Morales, que vivía en el horno, corroborando este dato que el denominnado Horno de la Candelaria, perteneciente al caudal del Marqués de Priego, contaba con entrada por la calle Pozuelo.
En las primeras décadas del siglo XVIII se produjo una reducción del número de vecinos, volviéndose a parámetros poblacionales de la centuria anterior, al apuntarse un total de cincuenta y ocho personas, entre las que se citan nuevamente a Antonio del Valle la Molinera, que había adquirido el cargo de escribano público; Marcos Carrillo el menor, que ejercía como Síndico de N.S. de la Merced; y el capitán de milicias y Familiar del Santo Oficio Juan del Valle Chaparro[8]. Éste último fue el artífice y promotor del proyecto constructivo más notable ejecutado en la calle -la ermita de San Blas-, cuyo origen hemos datado en el primer tercio del siglo XVIII.
La presencia y arraigo devocional a San Blas en la villa de Aguilar es muy remota, documentándose su culto en la ermita de San Antón durante las primeras décadas del siglo XVII. En el primer tercio del XVIII se produjo un punto de inflexión en la historia devocional a este Santo, a raíz de la iniciativa que tomó el citado capitán de construir ermita propia a San Blas en dicha calle. Palma Varo recoge textualmente:
La iglesia de San Blas fue obra de Don Juan Fernández del Valle Chaparro, capitán de Milicias y familiar del Santo Oficio, cuya imagen extrajo, con las licencias necesarias de la antigua ermita de San Antonio Abad para colocarla en la nueva iglesia[9].
Nada refiere el cronista sobre la fecha de construcción de la ermita. Por lógica debió coincidir con los años de vida de citado promotor, quien aparece censado en la calle Pozuelo en 1719. Un apunte de la testamentaria de Josefa de Alcántara, fechado en 1728, aporta más información sobre el tema:
Doña Josefa de Alcántara vecina de esta villa murió el día veinte y dos de febrero de 1728 años, dona al Hospital 3333 reales, a la ermita de San Blas que se esta construyendo en la calle Clavijo 267 reales[10].
No podemos precisar el año en que se abrió al culto la ermita pero sí señalar como aproximado el de 1735, ya que un dato recogido en el libro de Obenciones de la Parroquia del Soterraño, fechado en ese año, especifica claramente “Fiesta del Señor San Blas en su ermita el día 3 por los músicos”. Un dato similar se apuntó en 1736, año a partir del cual los cultos a San Blas siguieron dependiendo del gremio de músicos, pero su celebración rotó por varios templos. En 1737 se celebron en la iglesia del Hospital; en 1740 en la Parroquia del Soterraño; en 1742 en la Candelaria, etc. Por estas noticias podemos considerar que, tal como hemos apuntado, la ermita pudo abrirse al culto en 1735, y por sucesos que desconocemos se arruinó pocos años después, lo que justifica la circunstancia reseñada de la celebración de los cultos al Santo en diferentes templos. Esta hipótesis la avala además el apunte de 1745 en el que se pone de manifiesto la reapertura de la ermita:
Fiesta solemne con sermón en la ermita nuevamente hecha y bendita al culto del Señor San Blas, y dicha fiesta en su propio día 3 de febrero de 1745[11].
Podemos precisar que desde el primer tercio del siglo XVIII la calle se erigió en el epicentro de la fiesta y devoción a San Blas. Hecho que, como conoceremos más adelante, determinó la nomenclatura de calles adyacentes. Mediada la centuria aparece en el padrón de riqueza de 1742 con un total de ochenta y dos contribuyentes, la mayoría de ellos con cuotas mínimas equivalentes a la propiedad de la vivienda. Tan solo un selecto grupo superaba esta situación con cuotas de más de 500 reales, situándose entre los primeros tributarios de la población:
Francisco Márquez de Alcántara | 3.600 reales |
Antonia del Valle | 600 reales |
Juan del Valle Chaparro | 7.200 reales |
María del Valle | 500 reales |
Juan de Varo Córdoba | 900 reales |
La viuda de Juan González por el vínculo | 600 reales |
Francisco Martín Maldonado | 1.200 reales |
Juan de Cuelliga | 1.000 reales |
Manuel- turronero- | 500 reales |
Jerónimo Ibarra | 1.100 reales |
AMA. Padrón de Rentas 1744. Leg. 1536. Elaboración Propia.
Es significativo que entre todos los vecinos registrados en este documento tan solo se especifique el oficio o trabajo de uno. Sorprendentemente este oficio respondía al de turronero, que gozaba ya por ese siglo de un gran arraigo entre los vecinos del Barrio Bajo. Como recogíamos con anterioridad, las personas de mayores recursos económicos y profesiones liberales habitaban en el primer tramo de la calle, comprendido entre la Coronada y la ermita de San Blas. Este hecho originó el que en dicho trayecto se levantasen las casas de mayor valor arquitectónico, conservadas hasta muy recientemente. Algunas de ellas se construyeron y ornamentaron durante la primera mitad del siglo XVIII y fueron habitadas por familias pertenecientes a los linajes más destacados de la burguesía local. A modo de ejemplo recogemos algunos exponentes de esas ascendencias en 1725:
D. Tomás Lomán? | Abogado |
D. Francisco Aguilar | Capellán |
Lucas Luís Guerrero | Procurador |
Juan del Valle Chaparro | Familiar del Santo Oficio |
Pedro Cantillo | Mayordomo de la Fábrica |
Juan A. Valenzuela | Vicario de la Iglesia |
Juan del Valle la Molinera | Escribano Público |
Andrés de Varo Ortiz | Procurador |
AMA. Padrón de Habitantes 1726. Leg. 208. Elaboración Propia.
El Catastro de Ensenada aporta interesantes noticias sobre la calle fechadas en los años centrales del siglo XVIII. Además de constatar la existencia de la ermita, enmarcada entre la casa de Alonso de Zarco y la calle Clavijo, revela la presencia de tres molinos aceiteros, alguno de los cuales se ubicaba en los trascorrales de las casas señoriales:
Juan Fernández del Valle tiene una casa en la calle Pozuelo de esta villa que (…..) y en los corrales de dicha casa hay un molino de aceite que se compone de viga, piedra, padilla, y demás alpatanas, tiene de frente 14 varas y 20 de fondo[12].
Isabel de Varo – Otra casa en la calle Pozuelo que confronta con la de D. Lorenzo de Valenzuela, capellán, por una parte, y por la otra con la de Juana de Prados, se compone de alto, bajo y principal. Tiene una bodega con cuatro tinajas para aceite, todas de cuatrocientas arrobas, y de frente trece varas y veinte y cuatro de fondo, regula su alquiler anual en ciento y ochenta reales y el de las tinajas en cuarenta, que todo asciende a doscientos y veinte reales= Y en el traspatio de dicha casa un molino de aceite que se compone de viga, piedra, padillo y demás pertrechos necesarios para su uso, tiene de frente veinte y tres varas y diez y ocho de fondo[13].
Andrés Carmona Valdivia tiene una casa en la calle Pozuelo de esta villa que confronta con un molino de aceite de D. Francisco Rafael Chaparro, presbítero[14].
En estos documentos se constata también la existencia del horno del Duque, revelándonos, como noticia inédita, la existencia de una calleja que unía las calles Pozuelo y Tejar:
Francisca de Jarana tiene una casa en la calle Pozuelo de esta villa que confronta con la de Juan de Rivas por una parte y por la otra con la calleja que sale de dicha calle para la del Tejar[15].
Los protocolos notariales aportan mayor información sobre esta enigmática calleja, denominándola a principios del siglo XVIII como calleja de Tíscar o Padilla.
………..todos vecinos de esta villa, juntos y de mancomún por escritura que otorgaron, dijeron que por cuanto la dicha María de Lucena tenía por suyo propio la mitad de un solar de casas en esta villa y la otra mitad era del dicho Juan de Linares, José de Linares, María y Teresa Gálvez , todos cuatro hermanos, al sitio de la calle Pozuelo, linde con un solar de casas de Juan de Rivas por la parte de arriba y por la de abajo con la calleja que llaman de Padilla, y por el traspatio con una colilla del solar del dicho Juan de Rivas que sale a dicha calle de Tíscar o Padilla y que el dicho solar estava libre de todo censo…[16].
Desconocemos la ubicación concreta que tuvo esta callejuela de la aportaremos más información en el estudio dedicado a la calle Tejar.
La propiedad de alguno de los molinos mencionados recayó en familias cuyos descendientes ostentaron el título de hidalguía. El padrón de habitantes de 1768 registra noventa vecinos, de los cuales cinco eran caballeros hijodalgo:
Pedro de Varo Franco | Caballero Hijodalgo |
Cristóbal de Varo Franco, su hijo | Caballero Hijodalgo |
Pedro Marcelo del Valle | Caballero Hijodalgo |
Pedro Aguilar | Caballero Hijodalgo |
Antonio de Lora | Caballero Hijodalgo |
AMA. Padrón de Habitantes 1768. Leg. 208. Elaboración Propia.
Estos datos reflejan las primeras noticias de la presencia del apellido Varo Franco en la calle Pozuelo, que, como conoceremos más adelante, constituyó el origen de la nomenclatura de una calle cercana. En 1775 se registra la vecindad de Joaquín del Castillo, miembro de otro de los linajes destacados de la calle. En este último caso el linaje ha mantenido la vecindad hasta la actualidad conservando la casa solariega del siglo XVIII.
Iniciado el siglo XIX nacieron en la calle los hermanos Manuel y José Toro Palma, ambos presbíteros, e importantes mecenas de templos como la ermita del Cristo de la Salud; la iglesia del Hospital; la construcción del Triunfo Inmaculista en la Parroquia del Soterraño; además de ser benefactores de dos Casas Asilo. El padrón de habitantes de 1821 registra la dedicación profesional de cada uno de los vecinos, datos que ponen de relieve la estructura social que presentaba la calle en esos años. Del total de setenta y seis casas numeradas, se recogen ochenta y dos apuntes, ya que en algunas habitaban varios vecinos:
Hacendados | 7 |
Labradores | 11 |
Muleros | 20 |
Arrieros | 6 |
Jornaleros | 24 |
Albañiles | 2 |
Zapatero | 1 |
Tejero | 1 |
Panadero | 1 |
Barbero | 1 |
Tabernero | 1 |
Vendedor de vino y aceite | 1 |
Herrero | 1 |
Achado | 1 |
Hornero | 1 |
Presbítero | 1 |
Carpinteros | 2 |
AMA. Padrón de Habitantes 1821. Leg. 210 Elaboración Propia
El cómputo de oficios pone de manifiesto la hegemonía de varios trabajos relacionados con la agricultura, principalmente los de labradores y muleros. Esta circunstancia fue determinante para la aparición del alias “la gente la pana”, apelativo asignado por utilizar la mayoría de ellos pantalones de ese paño. Con dicho alias se simbolizó también la mediana burguesía agraria que habitó en la calle, compartiendo vecindad con jornaleros y arrieros.
Entre el reducido grupo de familias hacendadas que mantenían la vecindad en la calle se hayaban aún exponentes de apellidos como: Palma; Varo Franco; Toledanos; Castillo; etc. El apellido Castillo lo ostentaba el notario mayor Joaquín del Castillo, en cuya casa habitaban también sus hijos Francisco y Cayetano, ambos con los cargos de coronel retirado, el primero, y clérigo tonsurado el segundo. De los dos vecinos que aparecen con el oficio de albañiles, uno de ellos, Francisco de Paula Ruiz, fue alarife del Ayuntamiento, y como tal, una de las personas que participaron activamente en la construcción de la Plaza de San José.
Durante este tiempo no se alteró el número de vecinos, aunque sí se incorporaron a la nómina algunas personas con especial relevancia en la sociedad aguilarense de la época. Entre ellos podemos citar la prolífica familia de los Varo Franco, uno de cuyos descendientes fue el escribano y erudito local, Juan de Dios Franco y Areco[17]. También aparece como vecino en 1826 el militar e hijodalgo Tadeo Calvo de León, quien llegó a ostentar la alcaldía de Aguilar. Entre las personas que se registraron en 1836 hayamos al hacendado y mecenas de la cofradía Nazarena Antonio Jiménez Polonio.
En los años centrales del siglo presentaba como numeración del 1 al 71 y del 2 al 86[18]. En ese tiempo se constata la existencia de dos tabernas regidas por Francisco Lozano y Francisco Romero[19]. La propiedad de los molinos se mantuvo entre las familias más acaudaladas: los Márquez; los Toro Palma; y los Castillo. También contaban con molinos, situados en la Membrilla, los vecinos Francisco Javier Luque y Antonio Polonio. La única obra documentada realizada en la calzada de la calle durante este periodo fue el empiedro que en 1865 se ejecutó en el denominado Llano de San Blas, conformado por 42 varas cuadradas de empiedro a tres reales cada vara[20].
Durante el último tercio del siglo habitaban la calle trescientas noventa y nueve personas, según el padrón de 1870[21]. Entre ellas sobresalían los médicos: Francisco Madrid; Antonio Carrillo Castilla; y Rafael Paniagua Rasero, éste último, destacado personaje de la vida local, a quien se debe la refundación de la Asociación de Amigos del País y una inédita y desaparecida historia local. También fueron vecinos el agrimensor Municipal Francisco Javier Luque Cosano; el alfarero Andrés Jurado Romero; el escribiente Lázaro García López; y el cirujano Manuel Jurado Lozano[22].
En 1898 se produjo el primer intento de cambio de nomenclatura, amparado en el deseo de honrar a un vecino de la calle -destacado militar en la guerra de Cuba-, que llegó a alcanzar el rango de teniente. La propuesta corrió a cargo del concejal Antonio Muñoz Jurado, exponiéndola en estos términos:
El Concejal D. Antonio Muñoz Jurado hizo idéntica proposición con referencia a la calle Pozuelo, en una de cuyas casas habitó siempre la familia del humilde hijo de este pueblo Francisco Ruiz Luque, el que por su eminentes servicios a la patria durante la última guerra de Cuba ha merecido desde simple soldado llegar a ser hoy Teniente Primero de Infantería y ser además premiado con varias cruces honoríficas proponiendo en su virtud que indicada calle Pozuelo lleve en adelante el nombre de “Teniente Ruiz[23].
La iniciativa no fue aceptada y en su contra argumentó el primer teniente de alcalde, Juan Albarzuza, cuanto sigue:
…Indicó con tal motivo que sin dejar de conocer los méritos y servicios prestados a la patria por el Teniente D. Francisco Ruiz Luque, tal como acababa de exponer el concejal Sr. Muñoz Jurado, no consideraba oportuno que su proposición fuese acogida en el día por el Ayuntamiento, toda vez que según demuestran cuantos antecedentes históricos quieran consultarse, para perpetuar la memoria de hombres eminentes por cualquier medio que se quiera ejecutar ha sido después de ocurrido el fallecimiento de los mismos, pudiendo de ese modo tenerse en cuantos méritos hayan obtenido durante su vida[24].
Tras el frustrado intento, la calle mantuvo su primitiva nomenclatura durante algunos años más. En ese tiempo se realizaron nuevas obras en la ermita de San Blas -en proceso de restauración por la Orden Tercera Franciscana-, que la había tomado como sede Canónica después de permanecer varios años residiendo en la iglesia del Hospital por estar cerrado al culto el templo de la Coronada, donde se había fundado esta institución religiosa en el siglo XVII. Justo en 1899 fue traslada en procesión a San Blas la imagen de San Francisco de Asís, Titular de la Orden Tercera[25]:
Córdoba enero 28 de 1899 -Visto el precedente informe venimos a conceder y concedemos licencia para que pueda trasladar la Venerable Orden Tercera de S. Francisco de la ciudad de Aguilar desde la iglesia del Hospital de la Caridad, en que se haya hoy establecida, ambas de la jurisdicción parroquial de N. S. del Soterraño; “Asimismo concedemos nuestra autorización para que se ejecuten en la expresada ermita de San Blas las reparaciones que sean necesario….[26].
Poco tiempo estuvieron los seglares franciscanos en la ermita, abandonándola a principios del nuevo siglo, acelerando así el proceso de deterioro que provocó la desaparición definitiva de la misma, tal como detallaremos más adelante. Iniciada la nueva centuria se produjo el primer cambio de nomenclatura que ha experimentado la calle. Este hecho se enmarcó en las conmemoraciones celebradas en Aguilar por el éxito del ejército español en una de las batallas militares más célebres de la denominada “Guerra de África”, conocida como la toma del Monte Gurugú. La noticia de la batalla se leyó en el Pleno Municipal del 30 de septiembre de 1909:
A continuación se dio también lectura a un telegrama del Ilustrísimo Señor Gobernador Civil de la provincia transcribiendo otro del Excelentísimo Ministro de la Gobernación que dice así “ A las nueve y treinta minutos del día veinte y nueve del actual ha sido ocupada posición que forma vertiente derecha del barranco del Lobo dominando todo el valle de (………), poco después se ha ocupado también los dos picos principales del Gurugú, enarbolando sobre ellos la bandera española= han contribuido a la operación diez y seis compañías, tres baterías, tres sesiones de caballería, una más de ingenieros; no ha habido resistencia, se está fortificando esta posición donde quedará por ahora el Coronel Primo de Rivera con cuatro compañías de su regimiento y la Brigada Disciplinaria = Al tener conocimiento de esta grata noticia que corana los actos heroicos de nuestros Ejércitos se ha comenzado a engalanar los edificios públicos que esta noche serán engalanados= Lo que pongo En su conocimiento para ratificación de V. y de la Corporación Municipal y del vecindario[27].
Ante el estado de euforia, el Ayuntamiento acordó sumarse a los actos festivos y conmemorativos, a través de numerosas iniciativas que comprendían: felicitaciones a los militares más destacados; colgaduras en sitios públicos y balcones de las casas particulares; pasacalles y concierto de la Banda Municipal de Música; socorro con donativos de 100 pts para los soldados de Aguilar que estaban en Melilla; así como al aguilarense, Francisco Ortiz García, herido en los campos de batalla -perteneciente al Batallón de Tarifa-, que se encontraba en el hospital de Sevilla. Entre esos eventos se incluyó el cambio de nomenclatura de la calle Pozuelo, por iniciativa del concejal Juan Luque:
Que para conmemorar los hechos gloriosos realizados por el dicho Batallón de Tarifa en el combate victorioso para nuestras armas librado el día veinte del actual en los campos de Melilla, en cuyo cuerpo figuran varios hijos de este pueblo se dedique una calle de esta población a aquellos designándose al efecto la del Pozuelo, que ostentará dos rótulos, uno en cada extremo de la misma, llevando dicha calle desde hoy en adelante el nombre de “Héroes del Batallón de Tarifa….[28].
Poco años después, y como consecuencia de las convulsiones políticas de la época, se produjo un intento de intercambio de nombres a propuesta del concejal Serrano, proponiendo éste que la calle Cazadores de Tarifa se nominase como Pí y Margall, y la calle Belén -que tenía dicha nomenclatura-, se rotulase como Cazadores de Tarifa[29]. La propuesta no contó con el respaldo necesario y la calle Pozuelo mantuvo el de Cazadores de Tarifa algunos años más.
Uno de los vecinos más destacados durante la primera mitad del siglo fue el zapatero Leoncio Mejías Carmona, quien habitaba en el número 83, llegando a ostentar la alcaldía de Aguilar en varios periodos entre los años 1917-1920[30]. Durante el primer tercio del siglo la calle presentaba como numeración del 1 al 73 y del 2 al 84. Entre las casas se señalaba con el número 19 la ermita de San Blas. También se contabilizaban las tiendas de comestibles de Rafael Cabas Raimón y Francisco López García; la taberna de Josefa Ruiz Valle; la albardería de Francisco Rico Córdoba, y la tienda de ropa de Emilia Llamas Cosano, etc[31].
En 1935, durante el mandato del alcalde Alfonso Berlanga, se produjo un nuevo cambio de nomenclatura enmarcado dentro de los actos de homenaje que se rindieron al Presidente del Gobierno -natural de la cercana población de la Rambla-, Alejandro Lerrux:
Por la Presidencia fue propuesta la ampliación del acuerdo adoptado en sesión anterior nombrando Ciudadano de Honor al Excmo Sr. Don Alejandro Lerrux García, en el sentido de que la comunicación de dicho acuerdo al interesado se haga en forma de un pergamino o de un modo análogo, así como el dar el nombre de dicho político ilustre a la actual calle de Héroes Cazadores de Tarifa, la corporación así lo acordó, así como para los gastos necesarios para su realización en la forma más decorosa y solemne[32].
Poco tiempo debió mantener este nombre la calle Pozuelo -si es que llegó a materializarse el acuerdo Municipal-, ya que en el padrón de habitantes del mismo año, confeccionado varios meses después, aparece con una nueva nomenclatura -Romero de Torres-, que perduró durante varias décadas. El cambio de Régimen ocasionado por la sublevación golpista de 1936 produjo el acuerdo tomado en el mes de septiembre de variar los nombres de las calles más céntricas, afectando esta circunstancia a la calle Pozuelo, a la que se pretendió sutituir el nombre de Romero de Torres por el de General Varela[33]. Finalmente el acuerdo no se llevó a efecto, y la Sesión Municipal de diciembre tomó la siguiente resolución:
…se acuerda mantener el nombre de Julio Romero a la calle Pozuelo y dar el del General Varela a la calle Silvela[34].
En el año que nos ocupa se adquirió por el Ayuntamiento la casa rotulada con el número 7, propiedad de Antonio Gamir Burgos, para ser destinada a escuelas. Se trataba de la casa que habitaron los ascendientes y descendientes de los presbíteros Toro Palma. La adaptación del edificio para colegio se produjo en 1937 bajo los siguientes parámetros:
En virtud del orden verbal tengo el honor de remitir a V.S. proyecto y presupuesto de adaptación de la finca nº 8 de la calle Julio Romero de Torres en cuatro grupos escolares y casa habitación para los correspondientes maestros importando la ejecución material la cantidad VEINTITRES MIL DOSCIENTAS VEINTEIOCHO PESETAS CON CUARENTA CENTIMOS…..[35].
Con anterioridad a su dedicación definitiva como centro de enseñanza fue destinada para un fin menos lícito, ya que durante los años 1938 y 1939 acogió un campo de concentración para prisioneros republicanos[36]. Concluida la Guerra Civil se inauguró definitivamente la escuela de niñas que recibió el nombre de Onésimo Redondo:
Se dio lectura a una proposición del Señor alcalde por la cual se interesa que a las escuelas de niñas que se trasladan a la casa propiedad de este Ayuntamiento, señalada con el número siete de la calle Julio Romero de Torres, se le de el nombre de “Escuelas Onésimo Redondo” como homenaje a la memoria del Fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista gloriosamente caído en nuestra campaña de Liberación[37].
Durante la década de 1940 se cerró al culto definitivamente la ermita de San Blas, acelerandoese así su deterioro y posterior venta a un particular, hecho que aconteció en 1965 al ser adquirida por Manuel Prieto Jiménez, quien la transformó en un espacioso bar. Otra taberna popular de la época, situada en el primer tramo de la calle, correspondió a la regentada por Francisco Zurera. Por los años de la década de 1960 se realizaron obras de alcantarillado y acometida de agua corriente, y se colocó la calzada de adoquines que aún mantiene. En la década de 1970 se cerró el colegio Onésimo Redondo, transformándose el antiguo caserón en un bloque de pisos, suerte que han corrido, en años posteriores, otras muchas casas de la calle. En 1979 el primer Ayuntamiento democrático -que devolvió a las calles sus primitivas nomenclaturas-, mantuvo para ésta el nombre de Julio Romero de Torres que se le había adjudicado en 1935. A pesar de esta decisión, popularmente se siguió nombrando como calle Pozuelo, nomenclatura que se ha impuesto definitivamente[38].
En la década de 1990 se inició la urbanización del paraje denominado Piedra Franco, cuyo acceso principal se ha materializado por el solar de uno de los antiguos molinos, lindero a la casa de los Castillo.
NOMENCLATURAS
CALLE POZUELO: la existencia de un pozo público que surtía de agua a los vecinos de la zona fue el elemento determinante que propicio el asentamiento en este lugar de los primeros vecinos con que contó la calle. Esta circunstancia determinó la nomenclatura que tomó desde sus más remotos orígenes. Franco y Areco reconoció a mediados del siglo XIX el antiguo pozo situado en las casas que habitaba el presbítero Pedro de Luque[39].
CAZADORES DE TARIFA este nombre ostentaba el Batallón Militar de Cazadores que participó en la “Guerra de África” a finales del siglo XIX, destacándose en la batalla de la toma del Cerro Gurugú de la ciudad de Melilla.
JULIO ROMERO DE TORRES: afamado pintor cordobés 1880 – 1930. Su obra, de estilo realista, consta fundamentalmente de retratos y composiciones con figuras femeninas evocando temas costumbristas de Andalucía. Entre sus cuadros más representativos pueden citarse: musa gitana, la niña de la naranja, la chiquita piconera etc. Existe en el antiguo hospital de la Caridad de la ciudad de Córdoba un museo en el que se recoge una importante colección de sus cuadros más representativos.
[1] APS. Visitas Pastorales 1554 – 1580. S/C.
[2] AMA. Cuentas de Propios 1618, Leg. 374.
[3] AHPC. Oficio 1 Fernando de Herrera 4 diciembre 1610, Sig. 6043.
[4] AMA. Padrón de Habitantes 1651, Leg. 208.
[5] Ibidem.
[6] Ibidem. 1673, Leg. 208.
[7] Ibidem. 1690, Leg. 208.
[8] Ibidem. 1719, Leg. 208
[9] PALMA VARO, José. Apuntes para.., p. 371
[10] APS. Libro de Obenciones siglo XVIII. S/C.
[11]MAESTRE BALLESTEROS, Antonio. “Noticias Históricas sobre la devoción al Señor San Blas en la primera mitad del siglo XVIII”. Sayones nº VIII diciembre 1992. Pag, 57. Agrupación de Cofradías de Aguilar de la Frontera.
[12] AMA. Catastro de Ensenada – seglares, Leg. 395.
[13] Ibidem. Leg. 397.
[14] Ibidem.
[15] Ibidem. Leg. 395.
[16] AHPC. Oficio 4 Andrés Antonio de Varo Ortiz 1729, Sig. 6623.
[17] A este personaje se debe la única obra escrita y conservada del siglo XIX sobre la la historia de Aguilar.
[18] AMA. Padrón de Habitantes 1860, Leg. 220.
[19] AMA. Padrón de Gremios 1851, Leg. 483.
[20] AMA. Cuentas de Propios 1865, Leg. 1480.
[21] AMA, Padrón de Habitantes 1870, Leg. 223.
[22] Ibidem.
[23] AMA. Actas Capitulares 1898. Leg, 140.
[24] Ibidem.
[25] MAESTRE BALLESTEROS, Antonio. “La devoción a San Francisco de Asís en Aguilar de la Frontera”. Sayones nº III, junio 1998. Agrupación de Cofradías de Aguilar de la Frontera.
[26] APS. Correspondencia Obispado. S/C.
[27] AMA. Acta Capitular 30 septiembre 1909. Leg, 142.
[28] Ibidem.
[29] Ibidem, 20 febrero 1915, Leg. 144.
[30] MAESTRE BALLESTEROS, Antonio. IGEÑO LUQUE, Diego. Alcaldes y Vida Política…,
[31] AMA. Padrón de Matrículas 1926, Leg. 483.
[32] AMA. Acta Capitular 28 enero 1935, Leg. 147.
[33] Ibidem. 6 septiembre 1936. Leg, 147.
[34] Ibidem. 5 diciembre 1936, Leg. 147.
[35] AMA. Correspondencia Secretaría 1937. Registro de entrada 106.
[36] Son aún muy numerosas las personas que conocieron y contemplaron, durante parte del año 1938, a los presos del campo de concentración recluidos en esta casa.
[37] AMA. Acta Capitular 20 abril 1942, Leg. 185.
[38] Ibidem. 25 mayo 1979, Leg. 151.
[39] FRANCO Y ARECO, J d D. Museo Genealógico…,