Llegó el Miércoles Santo, y con él la frontera imaginaria que marca el antes y el después en la semana santa de Aguilar. Porque, al menos para las personas “mayores”, esos que conocieron la semana santa antigua, aquella que comenzaba con la solitaria procesión del “Cuello Sucio”, es a partir de este día cuando Aguilar entra de lleno en la celebración pasionista a través de las vetustas cofradías que conservan la esencia de esta vieja tradición.
La procesión de Miércoles Santo constituye, sin duda, el paradigma de las dos formas que confinan el sentimiento y las vivencias en la semana santa contemporánea de Aguilar. Dos caracteres que van del refinamiento clásico en la cofradía del Caído, al sugestivo descubrimiento del costal en el palio de la Paz. Dos semanas santas, la heredada y la instaurada, que ensamblan la grandeza de una noche en la que lucen al unísono ambas hermandades, y colman de esplendor la jornada en la que los cofrades sienten ya la plenitud de los días grandes del Triduo Sacro.,
La tradición y la innovación unidas rejuvenecen nuestra semana santa. Y si hay una imagen que sintetice ese simbiosis, es sin duda, el contemplar el paso de las dos cofradías del Miércoles Santo por la Plaza de San José. Momento que flanquea el pasado y el presente, y nos introduce ya en la madrugada que antecede a la luna llena de Parasceve, la más deseada para los cofrades.