Avanzan los días por el calendario del nuevo año y el mes de febrero nos arrastra sin rémora a la Fiesta de Carnestolendas -los tres días que preceden al miércoles de ceniza- en los que, desde muy antiguo, se celebraba en Aguilar esta popular tradición de los disfraces. Los documentos antiguos hablan de que ya, en el siglo XIX, nuestro pueblo celebraba estos días con máscaras por las calles y música con coplillas de las estudiantinas y rondallas.
En esos tiempos, y en posteriores, estas celebraciones festivas estuvieron prohibidas por las autoridades civiles y eclesiásticas, aunque siempre consiguieron reponerse con el paso del tiempo y la llegada de los periodos donde hubo libertades políticas. Durante la dictadura de Primo de Rivera, y en la posterior dictadura franquista, estuvieron especialmente perseguidos estos festejos, recuperándose en los años setenta y ochenta del pasado siglo.
Como exponente de resurgir de esta costumbre en nuestro pueblo, a finales de los años setenta germinó la semilla carnavalesca en el Barrio Bajo con la aparición de la mítica chirigota de “Los Molletes”, que contó, además, con una representación juvenil, tal como testimonia esta fotografía.