El Miércoles Santo, frontera que marca en Aguilar la llegada de los días más ancestrales de nuestra Semana Santa con la salida de la procesión del “Cuello Sucio”, se vio ceñido en gran medida por los pronósticos del tiempo que dejaban tan solo tres horas de margen para no arriesgar las dos cofradías que realizan su Estación de Penitencia el sufrir un aguacero. Con esta premuera salieron Jesús Caído y la Virgen de la Paz a la Plaza del Carmen a la hora prevista, rodeados de un gran gentío que llenaba a rebosar el “remozado” recinto.
Cuando esto sucedía ya habían acordado ambas directivas limitar el horario de la procesión a las tres horas de margen que daban los pronósticos meteorológicos, y para ello decidieron acortar el recorrido por la calle Mercaderes y no realizar la subida a la Torre y Plaza de San José. Así lo cumplieron, y con un ritmo más ligero del habitual, pudieron completar su salida sin ningún incidente, pues, aunque cayeron algunas gotas cuando el palio de la Virgen entraba en el templo, estas fueron solo amenazantes. Finalmente no llovió, pero qué duda cabe que las decisiones tomadas fueron las correctas.
Como en las dos jornadas anteriores el viento hizo muy desapacible la noche e impedía el mantener encendidas las velas de los nazarenos y los candelabros y candelería de los pasos. Aun así estos lucieron con sus característicos valores, como son el clasicismo que irradia el trono del Caído, con claras reminiscencias a Semana Santa antigua, y el seductor andar del palio de la Paz que cada año cautiva a quienes gustan de las cosas bien hechas. El señorío de una imagen que atesora siglos de devoción, como es la de Nuestro Padre Jesús Caído, y el arte de unos costaleros que enaltecen con su andar la eterna juventud de la Virgen de la Paz, constituyeron un año más la estampa típica del Miércoles Santo aguilarense, aunque en este 2019 sin la costumbristas imágenes de ambos tronos en el ochavado recinto de la Plaza de San José.