Diego Igeño.
En 1939, tras consumirse los tres años triunfales, llegaba el de la Victoria. Y con este, multitud de temas de notable interés. Este que hoy abordamos es un tanto espinoso, somos conscientes de ello. Esperamos, por tanto, que goce del beneplácito de quienes hoy expiden en Aguilar el “nihil obstat”. En cualquier caso, entendemos que es necesario abordarlo para conocer todo lo ocurrido en nuestro pueblo durante la posguerra, una etapa en que las consecuencias de lo acaecido durante el conflicto civil no pudieron ser soslayadas. Fueron varios los aguilarenses del bando sublevado que perecieron; la mayoría de ellos en el frente de batalla, pero también hubo algunos que murieron como consecuencia de la represión ejercida por los leales al gobierno, eso sí, en otros puntos de nuestra geografía. Ya durante la guerra, se produjeron diversas manifestaciones de duelo para recibir en olor de multitud a los “caídos en la Cruzada”, a los muertos “por España y su revolución nacional-sindicalista”. Así, la prensa se hizo eco del óbito de José Pérez Varo, Adolfo Montes Martínez, Manuel Valverde Cabezas, Antonio Alba López, Eduardo Salas Montilla y Guillermo León Valverde. También, desde el primer momento, el Ayuntamiento, además de expresar su pesar, concedió enterramiento a perpetuidad a los finados. Entre los asesinados, quizás el nombre más saliente sea el de José Estrada y Estrada, fusilado en Málaga (pero también el de Gonzalo Pírez-Aguilar Tablada en Villanueva del Rey, Leoncio Carmona en Almodóvar, el exalcalde Antonio Valdelomar Aguilar-Tablada…)
Cuando comienza la posguerra, la Comisión Gestora se apresta a dejar clara su adhesión al nuevo régimen, inevitable por otra parte. En los días siguientes, se aprobó, por ejemplo, colocar una lápida en la fachada de la casa consistorial en que figurara el último bando de guerra o se festejaron debidamente los fastos de la victoria- verdaderamente suntuosos debieron ser si nos atenemos al gasto producido, 10.262’60 ptas., una enormidad en la época-. También, se acordó crear un monumento en el cementerio en forma de cruz –luego se erigió, como es bien sabido, en la plazuela de las Descalzas- que perpetuara la memoria de los “héroes” de la Cruzada, grabar una lápida de las mayores proporciones posibles para que en ella figurasen todos los nombres y hacer un acto solemne para inaugurar el conjunto. Al poco tiempo de celebrarse este evento, nos llama la atención un artículo publicado en la prensa por Florencia García Cerdá en el que se ve obligada a recriminar a sus camaradas féminas no haber entendido el significado de la Cruz de los Caídos.
El último capítulo sobre algunos de los muertos en la guerra se escribió muchos años después, el 24 de marzo de 1959, cuando, tras la inauguración del mausoleo del Valle de los Caídos, varios de ellos fueron trasladados a esa última morada. Fueron los casos del alférez del requeté José Manuel Lucena Ruiz, de Gonzalo Pírez Carmona, de Gonzalo Pírez Aguilar-Tablada, Antonio Alba López y Eduardo Salas Montilla.
Otro aspecto digno de recoger es el de los mutilados y excombatientes. De la mano del poderoso Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra por la Patria, cuyo reglamento provisional se creó en abril de 1938, muchos aguilarenses heridos o incapacitados como consecuencia de su participación en el conflicto bélico hallaron acomodo en la administración (por ejemplo, en el Ayuntamiento de Aguilar como encargado del reloj, policías locales, vigilantes de arbitrios, etc.). También recibieron un magno homenaje, con imposición de medallas, en la Plaza de San José. E incluso se dio al menos un caso de abono de los gastos de un enterramiento de un mutilado difunto. Por su parte, también los excombatientes, acopiaron numerosas prebendas, como la sinecura de un puesto público. En los primeros meses de la “paz”, fue nombrado auxiliar temporero el sargento licenciado Antonio Rasero, quien en un primero momento había formado parte de la Milicia Nacional de FET y de las JONS..
Un último apartado que vamos a apuntar –y del que nos ocuparemos en próximas colaboraciones- es el de la presencia de aguilarenses en la División Azul.
Continuará