Cuando la silueta del horizonte por donde se pone el sol la traza el blanco caserío que cubre las lomas que dan asiento a la villa señorial, mis pensamientos buscan los resquicios del otoño que se presiente en las miradas perdidas por la ventana que me llenan de nostalgias reconocibles y familiares, de lágrimas de entretiempo, desánimos reciclados…
El fresco ha vuelto y nos trae la luz adormecida, la lluvia y los colores otoñales, la melancolía otoñal, los suspiros de otoño, esa languidez de los atardeceres prematuros con el sol rendido sobre los tejados del pueblo.