En estas fechas, vísperas de una nueva cata abierta con la que Aguilar revivirá su ancestral vinculación con la cultura enológica, habría que recordar que el vino ha estado ligado históricamente, al igual que otros aspectos de la vida, con el romanticismo. Una melancolía que para los amantes del vino podría degustarse también en la lectura de la poesía que es otra de las artes que se puede vincular en nuestro pueblo con el apasionante mundo del vino.
También una imagen capturada puede saborearse como una buena copa de vino que degustarás despacito, disfrutando del maridaje de la visión del pueblo cercenado por una moldura de pámpanos verdes que resaltan su blanco caserío coronado por la Torre del Reloj.
Vino y poesía como parte de nuestra humanidad, a lo largo de la historia los diversos pueblos y civilizaciones hemos incorporado el vino a nuestra cultura, haciendo de su mundo una consecución de ritos y rituales comunes y ampliamente conocidos.
Uno de los autores más destacados del siglo XX, el argentino Borges, dedicó unas líneas al vino en su poema «Soneto del Vino«. De este, con una sola frase podemos destacar la fuerza de sus líneas:
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
