Ocurre sólo una vez al año. Cada Jueves Santo, a eso del medio día, un rayo de sol desciende por uno de los ventanales que corona la cúpula del camarín de la Virgen de la Candelaria y va recorriendo el sacro recinto hasta alcanzar el rostro de la Virgen. Cosas de la física o de sus milagros, en un día tan señalado para los cofrades de la Esperanza y Amor que a esas horas rematan la labor de adornar los pasos que procesionan esa tarde.
En torno a la hora del ángelus -12 de la mañana-, por la linterna que remata la cúpula se cuela un haz de luz que va recorriendo la cuadratura arquitectónica que emboca la nave del Evangelio, el retablo y sube por el camarín iluminando, la saya, las manos y, finalmente el rostro, antes de esconderse por la corona.
Esta circunstancia puede ser un motivo más para visitar esta recoleta y bella ermita, en la que Aguilar custodia uno de los ejemplos más notables de artesanado Mudéjar de la provincia.