
La claridad que guía al amanecer da tonalidad al frío mármol de los panteones distinguidos del Cementerio. El día 1 se acerca y el Camposanto es un laberinto de pasos perdidos y silencios rotos por rezos que evocan el recuerdo de los seres que habitan en nuestra memoria.
Noviembre nos trae siempre la cita con la muerte, aquella que cantara Jorque Manrique recordando a su padre:
Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida
cómo se viene la muerte,
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado,
fue mejor.