
Durante muchas décadas el servicio de taxis de la localidad fue uno de los más demandados por la población, llegando a contar en los años centrales del pasado siglo XX con más de una docena de licencias y sus correspondientes vehículos estacionados en las distintas zonas habilitadas, y que se fueron ubicando en el Llano Bajo, en el Llano Alto o en calle Moralejo, donde se encontraba situada cuando se tomó esta curiosa fotografía.
La cercanía del bar Guillermo, hacía que los taxistas tuviesen en este establecimiento su punto de encuentro, y en gran medida también de estancia, mientras surgía algún viaje. Su oficio los convirtió en personas muy conocidas entre la población, constituyendo algunos un referente popular de periodos o ciclos históricos concretos.
En los años setenta constituían un singular gremio que prestaban un servicio esencial a los vecinos y vecinas de la localidad, pues en esos tiempos los taxis eran imprescindibles para viajar a la capital u otros puntos de la geografía provincial o de fuera de la provincia para realizar cualquier gestión o compra.