Un atardecer en Aguilar imposible. Hay días diferentes, inolvidables como este de un día sin fecha pero que permanece imborrable en la memoria. La luz se iba igual que el día acabando la tarde y ahí estaba yo, enfrente de este espectáculo disfrutando de la vida.
Muchas veces la fotografía de naturaleza, sobre todo en amaneceres y atardeceres donde la luz es casi irreal, el fotógrafo se plantea qué hacer. ¿Dar prioridad al paisaje urbano teñido de rojo? ¿dejarlo en contraluz para que el espectador adore un atardecer del pueblo irrepetible y por sus maneras, imposible?
La sorpresa viene al revelar la fotografía y ver que no hace falta pensar nada. El rojo atardecer en la vieja villa ipagrense se describe a sí mismo, tal cual. Sin retoques y amenazando una lluvia que al final no cayó. Un día espectacular que acabó así de bonito.