Las fotografías de la antigua Feria Real de Aguilar: recuerdos del Paseo de la Membrilla y la alegría de la juventud

En las viejas fotografías en blanco y negro de la Feria Real de Aguilar de la Frontera, se conserva intacto el espíritu de una época que aún late en la memoria de muchos vecinos. Cuando el calendario marcaba principios de agosto, el Paseo de la Membrilla se convertía en el centro neurálgico de la alegría popular, transformado con farolillos, toldos, casetas improvisadas y una bulliciosa marea humana vestida con sus mejores galas.

Corrían los años 40, 50 y 60 del siglo XX. En una España aún marcada por la posguerra pero deseosa de olvidar penas, la feria era una bocanada de aire fresco, una excusa para celebrar, reencontrarse, bailar y, sobre todo, vivir. Las imágenes capturadas por fotógrafos locales, muchas veces espontáneas y otras más posadas, nos muestran a grupos de jóvenes sonrientes, dicharacheros, divirtiendose en esos días enferiados.

El Paseo de la Membrilla, con sus hileras de árboles y su animado ir y venir, era el lugar donde todo sucedía: el desfile de carruajes, los puestos de turrón, las tómbolas con muñecas y gallinas vivas, y sobre todo, las casetas. Estas eran el alma de la feria diurna y nocturna. Algunas gestionadas por peñas de amigos, otras por reposteros de la localidad como el popular “Tijeras”, las casetas eran el punto de encuentro de la juventud de la época.

Allí, bajo bombillas de colores y al ritmo de coplas, pasodobles y primeros aires de rumba, los jóvenes encontraban un rincón para el cortejo y la diversión. El vino fino, los platos de jamón y queso, y las tertulias al fresco acompañaban largas noches que terminaban muchas veces con los primeros claros del día. Bailar agarrado aún era una novedad para algunos, pero una costumbre sagrada para otros.

Hoy, cuando esas imágenes resucitan en exposiciones locales o en colecciones familiares, no solo despiertan nostalgia, sino también admiración por una forma de vivir la fiesta que era sencilla, cercana y profundamente humana. La antigua Feria Real de Aguilar en el Paseo de la Membrilla no fue solo un evento anual: fue un retrato de una generación que supo encontrar alegría en los pequeños gestos y en los momentos compartidos.

Foto cedida por Manuel Llamas León.

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