El 14 de junio de 1974, a eso de las siete de la tarde, estalló una fuerte tormenta en Aguilar de la Frontera “acompañada por viento huracanado y gran aparato eléctrico”. Duró unos cuarenta y cinco minutos. La entonces encargada del pluviómetro situado en el Ayuntamiento informó que se habían recogido 52.5 l/m2. Pero, en realidad, esa medida no era válida, puesto que marcaba la máxima capacidad del pluviómetro. La misma empleada estimaba “fundadamente” que habían caído entre 90 y 100 litros.
Como no podía ser de otro modo, los daños en el municipio fueron cuantiosos. Afectaron no sólo al pueblo sino también a buena parte de su término. Hagamos un somero repaso.
La fábrica de Carbonell, situada en la carretera de la Estación, fue arrasada. El informe del perito del Ayuntamiento es esclarecedor: “la factoría se encontraba en parte con una espesa capa de lodo y piedras, igualmente estaba inundado el almacén de suministro afectando las mercaderías allí almacenadas, diversos motores habían quedado cubiertos por el agua y el barro, la báscula puente tiene el foso y la caseta igualmente inundada que precisará el desalojo del agua y el lodo, reparación y reglaje para su puesta en servicio, parte de las naves también han sido invadidas por el agua y del patio inferior han sido arrastrados varios bidones y material allí almacenado que se encuentra en un desagüe próximo. Estando totalmente paralizados los trabajos habituales de esta industria que no podrá reanudar su actividad hasta transcurridos tres días como mínimo”. El apoderado de la marca estimaba los daños, sin contar las pérdidas ocasionadas por la paralización de la actividad, entre cuatrocientas y quinientas mil pesetas.
También otra empresa de la localidad, INCAMASA, resultó gravemente afectada.
Otro lugar dañado fue el campo de deportes Juan López, convertido en “una especie de estanque en el que el agua alcanzó una altura superior al metro llegando a salir por las taquillas. La presión de tal masa sobre las paredes de cerramiento determinó el derrumbamiento de parte de las mismas”.
La travesía de la Carretera Nacional 331 sufrió los efectos de la tormenta. Su pavimento quedó destrozado a su paso por la calle Fuente y en las cercanías de la Fuente de las Piedras. Pero, lo peor, es que las viviendas colindantes, en número de 33, soportaron los efectos del aguacero: “han sufrido inundaciones que han ocasionado la pérdida de varios enseres. También ha sido derrumbada parte de la pared de cerramiento de uno de tales inmuebles”. Una de las conclusiones planteadas por el perito municipal fue la de “la urgente necesidad del arreglo definitivo de esta travesía […] Ello irá, lógicamente, acompañado de las naturales obras de encauzamiento de las aguas que pondrían fin, fácilmente, a contingencias como la presente”.
Los daños se extendieron a los alrededores de Aguilar. Las pérdidas en los cultivos, según la Organización Sindical de la Hermandad de Labradores y Ganaderos, afectaron a 630 hectáreas de viñedo, a cuatro fanegas sembradas de cebada, dos fanegas de trigales, dos hectáreas de huerto y un vivero de plantas de vid. Se cuantificó todo en 7.967.400 pesetas.
Por último, las lluvias arrasaron nuestros caminos vecinales. Así, por ejemplo, el de la Fuente de Don Marcelo quedó prácticamente intransitable para turismos, el de Boca Oscura intransitable en toda su extensión y el Camino del Pozo-La Soledad con doscientos metros destruidos.
Diego Igeño