A los Romanos Nazarenos. (50 aniversario de la fotografía de un romano)

YagoRabito 8 mayo 1966 YagoRabito 03

Qué duda cabe que el hecho o noticia más relevante en la cofradía de Jesús y Semana Santa del 2016 es la restitución o refundación del Imperio Romano Nazareno. Una década después de la crisis que provocó su desaparición, este año, cual ave fénix que muere para renacer con toda su gloria, los romanos volverán a llenar de color y eufonía la madrugada y mañana más esperada por los cofrades.

Romanos aguilarenses que transitan los siglos fundidos en una tradición y cofradía en la que tienen su razón de ser, porque en ella germinó la devoción que alentó y alienta el fervor de unos hombres que, ataviados con característicos ropajes y plumas, desfilan con bizarría tras el Señor de Aguilar cada mañana de Viernes Santo.

Más de cuatro siglos avalan la historia romano-nazarena. Cuatrocientos veinte y tres años trascurridos desde que unos sencillos hombres de pueblo vistieron por primera vez sus alabardas y cargaron al hombro las picas para custodiar y guardar al Nazareno bajo la luna de Parasceve. Desde entonces, con mayor o menor gloria, con más o menos esplendor, con tiempos de dicha y otros de penalidad, los sayones (romanos) han caminado tras la cruz de Jesús cual cirineo hebreo que intenta aliviar su peso en tan amargas horas.

Los legajos antiguos testimonian ese pretérito pasado y acreditan que, aunque hubo tiempos postreros en los que se eclipsaron, como ha ocurrido en la última década,  siempre volvieron para llenar de colorido una procesión que está incompleta si le faltan los romanos. Así  lo acreditan crónicas antiguas como la del Viernes Santo de 1867.

La orquesta de la música parroquial acompañaba a nuestro protector Jesús Nazareno y después los soldados romanos a los que se conocen como sayones con sus alabardas. Seguíale mucha parte del pueblo con luces de cera blanca y las imágenes de San Juan, la Verónica, y la Magdalena. Y por último los hermanos de luz con su traje blanco y cirios, la orquesta del Municipio, y la reina de los Ángeles con el título de los Dolores que cerraba la procesión que terminó a las doce y media de la mañana de este día.

Los Romanos vuelven a Aguilar tras los avatares de una década sombría, y lo hacen como siempre renaciendo del pueblo llano, ese que custodia la esencia y carisma popular de una institución que siempre estuvo cercana a la fe más básica, aquella cuyo principal evangelio es la doliente mirada del bendito Nazareno en una mañana del  Viernes de la Pasión.

Romanos anónimos cuyos nombres nunca serán perpetuados en placas conmemorativas  o escritos con letras de oro en libros de honores y distinciones, pero fueron, han sido, y serán la columna que sostiene esta bienaventurada tradición cofrade. Como reconocimiento a los que calzaron las sandalias romanas en el devenir de los siglos, y a los que lo harán dios mediante el próximo Viernes Santo, publicamos la fotografía de un joven romano que formó parte del Imperio en los años centrales del pasado siglo XX.

Su nombre Manuel Diana Pérez, aunque todos lo conocen como “rabito”. Manuel fue hace medio siglo un romano nazareno, y como recuerdo imperecedero de esa experiencia guarda esta vieja foto tomada el 8 de mayo de 1966. Romano de tambor y después, y por ello, músico perenne de la Banda Municipal de Aguilar de la Frontera.

Cincuenta años trascurridos desde que se tomó esta foto, los romanos vuelven a santificar el Viernes Santo con sones de cornetas y tambores que solemnizarán el lento caminar de Jesús por las calles de Aguilar. Una fotografía que rememora además un hecho épico ocurrido en aquel lejano Viernes Santo: el Cristo de la Salud salió desde la Parroquia sin banda por falta de recursos para pagarla. Solo un tambor, el de Manuel Diana vestido de romano tuvo el arrojo de ir tras el trono. Poco a poco y ante el ejemplo dado por Manuel se fueron incorporando el resto de romanos: Pichuli, el Porrero,…., etc, de suerte que cuando el Cristo llegó a la Descalzas ya desfilaban tras Él todo un Imperio: el de Jesús Nazareno.

Antonio Maestre Ballesteros

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