Debemos considerar, a tenor de los datos conocidos, que al inicio de la década de 1890 adquirió su demarcación actual el antiguo “llano del Carmen” con la construcción de la casa de los Albarzuzas en terrenos del antiguo convento, y a finales de dicha periodo, en 1897, se produjo el primer intento de cambio de nomenclatura por iniciativa del que fuera primer párroco del templo carmelita, D. Francisco Ruiz Gil[1], quien pretendió rotularla con el nombre del fraile aguilarense, asesinado en Damasco, Nicolás María Alberca.
La vieja iglesia conventual había sido elevada al rango parroquial en 1892 gracias a la iniciativa del citado sacerdote, promotor de varios proyectos que repercutieron en el ornato de este entorno. Iniciado el siglo XX, y por decisión de Ruiz Gil, se colocó en este lugar el monolito dedicado a la Santa Cruz, que derivó, pasado el tiempo, en el actual monumento del Cristo de los Faroles. La solicitud para colocar el monumento, al tratarse de un espacio público, la efectuó el párroco a través de una circular dirigida al Ayuntamiento, que fue tratada en la Sesión del 29 de noviembre de 1902:
[…] Se dio cuenta a continuación de una instancia suscrita por el cura de la parroquia del Carmen D. Francisco Ruiz Gil, solicitando al Ayuntamiento el oportuno permiso para erigir en el centro de la plaza del Carmen un monumento dedicado a la Santa Cruz, cuyo monumento ha de ocupar un espacio de ciento cincuenta centímetros cuadrados sobre la superficie del terreno según aparece del diseño unido a la instancia , el Ayuntamiento considerando que por el sitio en que ha de emplazarse la citada obra, en nada afecta al libre tránsito de la vía pública, sin discusión y por unanimidad acuerda conceder al párroco D. Francisco Ruiz Gil la creación del expresado monumento , debiendo notificarse en forma al peticionario el presente acuerdo para su satisfacción y efectos oportunos […]30.
En ese tiempo Ruiz Gil embelleció también la portada de la vieja iglesia de los frailes colocando una portada de azulejería trianera, cuyo estado original se aprecia en esta curiosa y antigua fotografía que puede fecharse en los años treinta del pasado siglo XX.
[1] El nombre propuesto por el párroco fue el de “Mártir Nicolás Alberca”, que finalmente se le adjudicó a la calle Pintada donde se encontraba la casa que habitó el fraile aguilarense asesinado en Damasco.
