Estas cosas ya no se ven, pero nuestros padres y abuelos sí las vivieron como la “normalidad” de la época que le tocó vivir a sus generaciones. Ellos mismos fueron protagonistas en su día de unas bodas, la mayoría de ellas se celebraban para Feria Real, en las que la novia saliendo de su casa y caminando llegaba a la iglesia en la que iba a casarse acompañada de sus padres y familiares. Tras ellos, todos los invitados al bodorrio y los vecinos mirando desde la acera con gritos de ¡guapa!.
Si eran los días de feria, el cortejo además se paseaba por el recinto de la Membrilla, y posteriormente en el del Castillo, para regocijo y conocimiento general del vecindario. Concluido el “paseíllo” todo el mundo al salón para un convite en el que, vino y salchichón, eran el aperitivo estrella de la noche. Al menos en las fechas en que se tomó esta instantánea, a mediados del pasado siglo XX, eso era así.
Fotografía: familia Prieto Moreno.