Probablemente sean muchos los aguilarenses que no identifiquen el lugar que muestra esta bella instantánea, capturada por Miguel Ángel Palma, a pesar de ser uno de los rincones más bonitos y con mayor encanto de nuestro pueblo. Cierto es que el acceso al mismo está limitado por encontrarse en una propiedad privada. Concretamente se ubica en lo que se denomina “patio de los Naranjos” de la parroquia del Soterraño.
Se trata de una las angostas callejas que daban acceso al recinto amurallado de la Villa y Castillo, que aparece denominada en documentos medievales como calle del Aire, y cuyo trazado sería alterado y obstruido por las ampliaciones que sufrió el templo mayor en los siglos XVII y XVIII.
Su trazado discurría por el ensanche que originó la cantera abierta para sacar la piedra necesaria para construir el templo religioso. En 1530, coincidiendo con la ampliación de la primitiva iglesia de Santa María de la Mota, que realizó el cantero cordobés Hernán Ruiz, se abrió un acceso al templo desde este lugar, que fue obturado posteriormente cuando la calle dejó de utilizarse.
Aun puede contemplarse en este emplazamiento el adorno de cantería que delimitaba dicha puerta de acceso y el gótico rosetón que corona el coro alto de la iglesia parroquial, elemento arquitectónico que no aparece en la panorámica, pero que es apreciable cuando uno se sitúa en este emblemático lugar.