Martirio.

Pasada buena parte de la Semana Santa 2022, atrás han quedado 40 días intensos en los que no han parado los pregones, conferencias y todo tipo de actos en torno a una figura: Jesús de Nazaret. Un hombre alrededor del cual se ha fraguado una historia que no deja indiferente a nadie. No creo que haya quien no crea en su existencia. Seguro que vivió entre nosotros y que su vida fue, poco más o menos, como la cuentan. Podemos tener dudas sobre sus milagros o si resucitó o no, pero de cómo fue su vida y de que murió en una cruz, pasando por toda la tortura que tuvo que pasar, parece claro. La Semana Santa trata de representar los últimos días de la vida de Jesús y cada uno lo vive a su manera. Están los que, para ellos, no es más que una semana de vacaciones. Para otros, son días de reencuentros y, para ello, vuelven a los pueblos en que nacieron donde se suceden las reuniones de amigos y familiares y, de camino, ver pasar alguna procesión que otra. Otros la viven con verdadero fervor ya que para ellos es Dios el que sale a la calle para mostrarnos lo que fue capaz de hacer por todos nosotros. Hay muchas maneras de vivirla y todas ellas muy respetables. Pero mirándolo fríamente, yo veo la Semana Santa como un gran espectáculo. Penitentes, pasos, costaleros, músicos y un sinfín de actores representan durante una semana la pasión y muerte de Jesús. Un gran espectáculo de luz y sonido. Todas las cofradías se afanan en congregar el máximo número de espectadores posible y, para ello, se estrujan los sesos para dar con la mejor idea. Apagan las luces de calles y plazas, echan mano de antorchas, estudian las marchas que van mejor en cada lugar, se inventan nuevos recorridos, nuevos pasos … Todo para hacer más atractiva su representación. Así, encontramos momentos espectaculares, mágicos, como el paso de la Borriquita por el paseo de las Coronadas con las palmeras de fondo, la subida de la Virgen del Rosario por la cuesta de la Parroquia, el paso del Caído y la Paz por la torre y la Plaza, la salida del Cristo de la Expiración, el trono de la Virgen de las Angustias rodeado de tulipas que parece ir flotando, Jesús Nazareno por calle Arrabal, la subida de la Cuesta de la Amargura, el impresionante Entierro por la Villa, el encierro de la Soledad, la bendición de la Dolores, el encuentro del Resucitado y la Antigua. Estos son sólo algunos de los momentos más bellos e impresionantes de nuestra Semana Santa, pero hay muchos más. Creo que hay que respetar que cada uno la viva a su manera. El religioso, el no creyente, el que sólo las ve pasar, el costalero, el músico, el forastero, el fotógrafo, el penitente, la mantilla, el capataz, el saetero, el hermano … todos forman parte de esta espectacular puesta en escena. El discurso de Jesús hoy en día sigue vigente y no hay nada más que ver las impresionantes imágenes que nos llegan de Ucrania donde las violaciones y las torturas están a la orden del día. Cualquiera de esas personas torturadas podría ocupar el sitio de Jesús en cualquiera de los tronos que salen. Sin irnos tan lejos podemos quedarnos aquí y ver la cantidad de personas que lo están pasando muy mal a causa de esta crisis y la especulación que estamos sufriendo mientras los ricos más religiosos, amasan grandes fortunas a costa de que el pobre sea cada vez más pobre, dando la espalda totalmente a Jesús. Yo os invitaría a pasar la Semana Santa con respeto y meditando lo que Jesús quiso transmitirnos para llevarlo a la práctica. En cuanto a las cofradías deberían de hacer un examen de conciencia, perdonar, aceptar ser perdonados, olvidar rencillas, dejar el egocentrismo, ayudarse, practicar una competencia leal y trabajar todos a una para que nuestra Semana Santa sea cada vez más grande, más espectacular. De nada me valen las oraciones, pregones ni golpes de pecho si después, en nuestra vida diaria, en vez de representar el papel de Jesús representamos todos el de Caifás o el de Judas.

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