
Esta semana ha estado la cosa movidita otra vez con el tema de la cruz. Cosa previsible pues, aunque han pasado tres años desde que se quitó la de los Caídos, los avatares sufridos dejaron resquemores en los que opinaban que debía quitarse y los que pensaban lo contrario.
Yo voy a dar mi opinión. Creo verdaderamente que era potestad del Ayuntamiento y me pareció acertada la decisión de retirar del viario público un elemento que causaba sufrimiento a muchas personas que sobrellevaron en silencio impuesto, durante tantos años, el dolor del asesinato de sus padres, hermanos o abuelos.
He compartido también el deseo mostrado por la Agrupación de Cofradías de que el símbolo religioso -sin más connotaciones- de la Cruz, presida el lugar donde las corporaciones de penitencia realizan su estación durante los desfiles procesionales de Semana Santa. Y en este sentido, celebró que nuestro Ayuntamiento haya atendido la petición de este importante colectivo de la localidad.
Me complace también el acierto que han tenido todos a la hora de encargar a tres artistas locales la construcción del nuevo crucero, cuyo resultado, que hemos podido admirar esta mañana, es verdaderamente hermoso y ennoblece aún más tan singular espacio de nuestro callejero.
Aunque, ya sabemos todos, que esto no ha sido del agrado de un reducido grupo de nostálgicos de otros tiempos funestos que no han cejado durante estos tres años de arremeter contra autoridades civiles y religiosas en redes sociales, arrojando calumnias y ofensas sin miramiento a nada ni a nadie. Son ovejas negras dicen algunos; yo no lo creo, pienso que son personas sin sentimientos y muy peligrosos, que matan por matar. Caballeros de disfraz distinguido que resultan siendo hooligans que todo lo arrasan. Dios nos libre de este tipo de personajes.